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objeto de conocimiento en trabajo social

¿por que se estudia filosofía en trabajo social?

 

 ¿Para qué estudiar filosofía en Trabajo Social?

El discurso académico como discurso anémico

 

             La enorme cantidad de falencias en cuanto a la formación teórica, práctica, emotiva, que nos inunda día a día, deja expuesta la intervención en atolladeros siempre dificultosos de asumir. Mi crítica se dirige en forma particular al discurso académico, al discurso del “laboratorio” donde la práctica se engulle de la experiencia pedagógica cada vez más alienada del trabajo cotidiano creando distintos discursos tautológicos. Justamente, a aquel adentrado por su labor a la vida cotidiana de sí y de los demás se le pretende enseñar vida cotidiana sacada de libros y no del campo donde la pobreza, la enfermedad, la miseria, el cretinismo y la enfermedad mental lo rodean.

Insisto; lo siguiente apunta al discurso académico, no a los profesores ni claustros, en quien, de cualquier modo, no deposito mayor confianza, es al discurso académico en la cabeza del profesional diferenciado de aquel que horadando busca aquello propicio a ayudarlo en su ignorancia cotidiana.    

¿Para qué Filosofía en Trabajo Social?

            El discurso académico tradicional recita la filosofía de manera cronológica. Las ideas de los pensadores difícilmente se encuentren en contexto con lo social, político e histórico de la época. Es como una exposición de ideas que se enriquecen entre sí y otras que nacen sin saber desde dónde ni a partir de qué. La pedagogía tradicional monta una paradoja: los pedagogos tradicionales u ortodoxos enseñan sobre los filósofos de la continuidad y la totalidad de modo discontinuo y casi al modo del “evento” de los deconstructivistas. Enseñar no es dictar de modo cronológico la aparición de las ideas fuerzas y aprender no es recitar lo recordado del dictado.

            Para pensar la filosofía en Trabajo Social se hace imprescindible realizar las preguntas que nuestra profesión gesta a partir de su práctica. Y nuestra práctica es con el otro en situación, por lo que debemos preguntarnos por ese otro y por el valor de “situación”. La pregunta en la inmediatez está ligada al hombre dado que es el primer objeto de intervención, de intercambio y de relación del Trabajador Social[1]. La adhesión apodíctica a un pensamiento determinado obtura, por el contrario la práctica abre interrogantes buceando respuestas posibles.

Cuestiones:

1 Pensar al sujeto.

No es aceptable utilizar términos que remitan al sentido común. Sujeto fue tomado como sinónimo coloquial de individuo, persona, ser racional, agente, usuario, etcétera. Se hace imprescindible darle contenido al término y conocer la razón epistemológica que ahonda su uso. No haré el desarrollo sobre este término, en el libro Lazo Social II, en el capítulo “el sujeto de la educación y el sujeto del derecho no es el sujeto de la calle” he realizado un desarrollo sobre el tema y propongo sea puesto en consideración.  

El humanismo

Uno de los principales problemas con los que nos encontramos los trabajadores sociales son los nuevos paradigmas sociales y la posición que le cabe a nuestra profesión.

            El origen nos liga al humanismo, a la consolidación de la razón como instrumento opuesto al oscurantismo medieval. Aún con la herencia tragicómica de la caridad, de la beneficencia, de la buena voluntad, el arraigo a la razón obligó los primeros intentos de sistematización de nuestro quehacer. Junto al humanismo se desarrollaron las ciencias humanas y muchas fueron producto de la creación o concepción del nuevo pilar para el pensamiento: el hombre. Una nueva clase social adquiría el poder económico, la revolución francesa construía el espacio del nuevo mundo, Descarte y su cógito advirtiendo el advenimiento, Hegel y sus leyes de la historia, Kant sutilizando a la razón en práctica o pura, Dios muerto definitivamente por la pluma de Nietzsche, la transvaloración de la moral conducente a un nihilismo productivo, mostraban el final de un era y la llegada culmine del hombre.

Sugiero la lectura del escritor y magnífico docente José Pablo Feinmann asistente crítico para leer la filosofía  desde “el barro” como nos ofrece. He obtenido una síntesis parcial en su libro y como su escritura es más clara que la mía transcribo su interpretación: “Con Descarte, el hombre capitalista había conquistado su subjetividad, su pensar. Lo va asegurando con Kant, quien ya no recurre a ‘la veracidad divina’, pero postula inconquistable. Con Hegel, filósofo de la Revolución Francesa, la burguesía se apodera de todo el poder, se apodera de la cosa en sí. Marx expresa al nuevo sujeto que viene a cuestionar al anterior: el proletariado. Pero acompaña a la burguesía en la necesariedad de que esta conquiste el mundo, lo haga suyo, implante hasta el último rincón del globo el sistema de producción capitalista. (…) ¿Cómo la clase a la que Marx ha llamado no va a devenir? Ese devenir, para serlo, necesita un motor: ese motor es la voluntad de poder. Así como, para la ratio hegeliano-marxista, lo negativo era el motor de la historia, para la historia de expansión de la burguesía el motor de la historia son las sucesivas negaciones de la voluntad de poder. La voluntad de poder es siempre más porque deviene negando lo que meramente se conserva. La Historia, de este modo, la historia del capital imperial y financiero, deviene conscientemente (cogito) por medio de las negaciones que la voluntad de poder, en su constante crecimiento, ejerce sobre viejas formas históricas que solo se conservan y no llevan en sí la potencia del crecimiento. También deviene por la negación que la voluntad de poder ejerce sobre formas históricas a las que quiere aniquilar, devorarse en su crecimiento. Pero no hay aquí sujeto sustancial: como en Hegel, como en Marx. No hay sentido necesario de la Historia, no hay teleología. No estamos confundiendo la voluntad de poder con la dialéctica. Hay fuerzas guerreras. Hay voluntades enfrentadas. Hay búsqueda incesante del poder.”[2] 

El impulso de la razón, del positivismo y su consecuencia en las ciencias, particularmente la ciencia médica, innovó modos y disciplinas. Así la pedagogía se encargará de instruir al futuro ciudadano burgués, la psicología de corregir las desviaciones conductuales de éste, el derecho de dar encuadre legal al sistema, las políticas de salud pública, educación pública, leyes laborales que dan forma definitiva al estado. Se decreta el fin de la historia, final de los opuestos, el hombre ha llegado a la plenitud de su síntesis: el logos.

El Trabajo Social absolutamente inmerso y necesario en este proceso, de la mano de la medicina (higiene social), vacunando pobres para que no contagien ricos, controlando la educación para que el niño se produzca desde el modelo a seguir, aportando a los hospitales públicos para sostener la mano de obra sana y barata y vigilando que el viejo modelo -el padre amo- decline definitivamente a favor del padre estado; de resultas no es de extrañar entonces que nuestra disciplina se vea imbuida de conceptos tales como “adaptar, reeducar, resocializar, reencauzar, moralizar, controlar, vigilar”. Un soldado en el frente de esta transformación al ideal hegeliano.

            Esta impronta la llevamos hoy en día a modo de lastre sin ser excepción ya que toda ciencia surgida de humanismo lleva el modelo del sujeto racional, lógico, identitario a seguir y corregir en caso de desviaciones.

            De cualquier modo la profecía hegeliana traía desde su origen sus intersticios y fracturas. Marx anunciaba que las contradicciones no habían acabado y que la lucha de clases, motor de la historia, no terminaba de dar su salto definitivo. Freud postulaba al inconsciente como regente de la acción del sujeto y por sobre todo Nietzsche quien no solo anunció la muerte de dios, las trasmutación de valores, el aparecer del nihilismo sino y además invocó la aparición de un hombre distinto, el hombre dionisíaco. Este anticipo (que marginó duramente a los tres pensadores en el siglo XIX)  tuvo su resurgir no sólo por la revolución de octubre sino y principalmente por el devenir del nazismo. Por sobre las diferencias propias en los intereses capitalistas, el modo particular de acción racional, sistematizada, premeditada, planificada del genocidio (sin excluir el accionar “revolucionario” de Stalin y Mao), advertían el no fin de la historia, la no existencia del sujeto ideal, el fracaso de la homogeneidad. La historia atravesó la bisagra del paradigma de la modernidad y lo puso en cuestión. Aún que Marx y Freud fueron rupturistas racionales, su producción dio con un resultado antitético a la idea racional: el hombre no era centro del devenir sino parte de la masa proletaria organizada para uno; el inconsciente y sus regulaciones ordenando al yo para el otro. Luego de Auschwitz surgen los nuevos pensadores de la diferencia, la escuela de Frankfurt proponiendo al lenguaje como formador del sujeto, el estructuralismo destituyendo al hombre a ser un elemento más de aquella, el foucalismo situando la microfísica del poder develando, en uno de sus grandes trabajos sobre las cárceles y hospicios, como el sistema excluye todo aquello que difiere con el modelo burgués y racional. Se proclama el fin de la historia como historia unilateral, causal y lógica, como historia de los vencedores proponiendo la historia de los pequeños relatos, se proclama la muerte del hombre y ya no se trata de tolerar las diferencias sino de aceptarlas, asimilarlas y ubicar en el centro mismo de la existencia a aquellas. El centro ahora está vacío o en todo caso ubicando en él a la diferencia como paradigma.

El Trabajo Social con sus raíces en el humanismo labora para sí su posición ideológica, epistemológica y científica frente a la crítica posmoderna. En América latina tuvo su primer esfuerzo con la reconceptualización, adhiriendo al pensamiento marxista y actualmente influenciados por sobre todo por el pensamiento de Foucault se intentan nuevos desafíos en la intervención.[3]  

            En rigor, el Trabajo Social suma a la vieja u original concepción la nueva posmoderna. Karsz en su libro indica en relación a la caridad, la toma a cargo o la toma en cuenta “las tres figuras son constelaciones estructurales, ideales-tipo (Weber). No tienen existencia independiente una de otras, como si fueran universos estancos definitivamente asilados o aislables. Discurso, instituciones, prácticas y practicantes no se caracterizan por el poder único y completo de la caridad o de la toma a cargo, o de la toma en cuenta, ni tampoco por la omnipresencia de una y la exclusión radical de las otras.”[4] Pero la postura de Karsz no es ecléctica ya que “las prácticas no son cosas, sino procesos”. Frente a este desarrollo entendemos que el Trabajador Social se encuentra en una encrucijada cuando aborda al caso, al uno a uno. Evidentemente frente a la cuestión social como genérica resulta sencillo optar y definir, se trata de algo para atravesar desde lo ideológico, pero frente al sujeto violador, trasgresor de la ley, golpeador, violento, etcétera, ¿cómo nos ubicamos frente al otro?, ¿es efecto de estructura o le damos responsabilidad a sus actos?, ¿es un sujeto efecto de los condicionamientos o es un sujeto histórico? El descentramiento del sujeto lo deja con márgenes menores de responsabilidad, resulta entonces sencillo postular la disolución de los hospicios, la responsabilidad comunitaria frente a la anomia, etcétera. Para el Trabajador Social al lado de ese uno, a veces victimario y a veces víctima (y cuando escribo víctima no digo víctima de la sociedad sino víctima del otro que golpeó, violó, robó, ultrajó, torturó, estafó, etcétera), nuestro sujeto, aún sujeto del inconsciente, del lenguaje, de la estructura o de las vicisitudes del poder, ¿es protagonista o no de su historia?

            La gran contradicción para el profesional humanista en general y para el Trabajador Social en particular surge de conocer las consecuencias del homunculismo liberal enfrentado a la heterogeneidad del nuevo mundo. Esta heterogeneidad, respeto por las diferencias, las diferencias como centro de la historia, paradójicamente encuentra su máxima resonancia en el propio imperio. Las corrientes descentralizadoras resultan funcionales al mismo sistema que nos inunda de derechos humanos, conjunto de leyes y normas para el respeto del individuo y corsé liberal para los estados. “Si el existencialismo fue una moda, si el estructuralismo se acercó a serlo, el posmodernismo claramente lo fue y marcó una época. Tenía una ventaja sobre sus antecesores. No requería la angustia de sus adeptos, no buscaba los sótanos, ni las poleras negras, ni se obsedía por la nada, el absurdo de la existencia o su absoluta falta de sentido. No tenía las complejidades teóricas del estructuralismo. Aunque, heredero y plagiario de esta corriente, incorporó a varios de sus representantes como antecesores, lo que obligó a los ‘posmos’ a leer a Foucault, a Deleuze y a Derrida. A diferencia de Sartre, de Foucault, de Deleuze y Guattari ninguno de los posmodernos infligió a sus seguidores algún libraco imposible. Fueron libros escuetos, con frecuencia brillantes y nunca escasos de ingenio. El neo-liberalismo los utilizó y no casualmente. La posmodernidad sucedía a una época, la modernidad, caracterizada por los movimientos revolucionarios, las utopías insurgentes, el sentido de la historia y la fortaleza de las ideologías. De todo esto se postula su muerte. (…) La posmodernidad no hundía a nadie en la angustia ni exigía la entrega o el riesgo de la vida por alguna causa. No había causas.”[5]

            Un nuevo marxismo debería considerar que las contradicciones ya no ocurren entre los medios de producción y las relaciones sociales que de aquellos se generan sino entre los medios de comunicación y las relaciones sociales que aquellos generan, un nuevo sujeto histórico, el sujeto único, narcisista, cuasi dios, encerrado en su casa absolutamente alejado del prójimo pero como nunca relacionado con la humanidad virtual. “¿No ven acaso, a qué sujeto nos enfrentamos hoy? Mientras los filósofos post trizan, fragmentan la historia, mientras descentran al sujeto, el Imperio lo ubica más que nunca en la centralidad. Hay un nuevo sujeto absoluto. Si este trabajo termina con una idea fértil es esta: Hegel está de nuevo entre nosotros. El poderoso Rector de la Universidad de Berlín le ha entregado al Imperio Comunicacional el sujeto absoluto de la autoconciencia realizada.”[6] Feinmann le propone a sus lectores apagar el televisor del Imperio como Descarte lo hizo con el televisor medieval y ser “inexplicables”. Por mi parte le propongo al Trabajador Social que se ubique en la contradicción y no le huya a la coyuntura, la práctica será siempre nuestro norte o ¿por qué no decirlo?, nuestro sur a resolver.

Situación actual

            En el libro I del Lazo Social se lee: Aseverar la dinámica del diagnóstico es insuficiente. El abordaje del trabajador social suele ser sobre una “situación actual” lo cual relativiza doblemente lo dinámico de un diagnóstico. Es dinámico porque la realidad abordada se modifica constantemente, es relativo porque lo visto hoy puede no ser lo que ocurra mañana. Tanto movimiento genera un sin sentido o un imposible de realización del diagnóstico. Para sostener la dinámica del diagnóstico es necesario que exista un punto fijo que permita la observación del movimiento.  ¿Cuál es el punto fijo donde ceñirnos? o dicho de otro modo, el punto de vista teórico del profesional debe estar fijado, apuntalado, sostenido desde algún lugar.”[7] La llamada “situación actual” es un recurso teórico del Trabajador Social para realizar una descripción del momento que libera al profesional de todo error ya que lo observado allí y entonces, puede no ser aquí y ahora. A mi modo de ver debería erradicarse del Trabajo Social lo denominado “situación actual”. Sin embargo ya sea por uso o costumbre, ya sea por necesidad imperiosa de una descripción que urge la inmediatez, dicha conceptuación seguirá vigente. Ello no nos impide interrogarnos al respecto.

            ¿Cómo definir “situación actual”? Si la situación actual refiere a un sujeto condicionado por varios elementos, a saber: estructura, lenguaje, economía, semiótica, inconsciente, etcétera, podemos concluir que el sujeto es un elemento secundario del análisis al modo de las bolas de billar en el juego del Pool donde la determinación del movimiento no depende de cada esfera sino de la fuerza dinámica que genera la bola blanca y de los sucesivos movimientos de entorno del resto del conjunto. Pero el Trabajador Social se encuentra con el sujeto histórico en su aquí y ahora, es un sujeto que habla, piensa, reflexiona, duda, se obstina, siente, etcétera. A nosotros se nos genera una importante contradicción. Si el sujeto es efecto de estructura, efecto de lenguaje, efecto de relaciones de producción, etcétera, ¿hasta dónde cobra valor su individualidad y autodeterminación? ¿Tiene algo para decir de sí o lo que diga no es más que parte de una trama ya escrita? Un conflicto similar nos apareció cuando definimos al Poder como una fuerza autónoma al sujeto[8], donde nuestro interrogante sostenía si Videla, Pinochet, Hitler y otros eran inocentes por ser simplemente efectos de estructura. ¿Un golpeador, un homicida, no son responsables de sus actos por ser efecto de estructura? ¿La pobreza estructural aclara las conductas del uno? Foucault nos da una posibilidad frente a la historia allí donde en su desarrollo de la gnoseología enseña que las grandes historias han acabado y que ha comenzado la era de los pequeños relatos[9]. En este sentido, el Trabajador Social podría sentirse como un privilegiado para los pequeños relatos, mucho más pequeños que la historia de la sexualidad, de la fealdad, de la belleza, de las mujeres, de la locura, etcétera. Nosotros vivimos recogiendo pequeños relatos de cada sujeto o grupo familiar con quien nos encontramos y obtener de cada uno (al modo de: cada familia es un mundo), originalidades sorprendentes. La figura rizomática que nos proporcionan Delleuze y Guatari[10] podrían ayudarnos. Hay un historia horizontal en extensión que hace vínculo con historias vecinas y enmarañan un aquí y ahora difícil de distinguir en términos de causalidad. La razón de esta figura la sostenemos desde el concepto imaginario. No es novedoso para el profesional cuando entrevista a varios miembros de una familia como cada cuál cuenta la misma historia desde enfoques diferentes, no es de sorprenderse verlos anonadados ante cierta anécdota que para otros o no ocurrió nunca u ocurrió de otro modo. Escuchar la historia social o anamnesis de un sujeto o un grupo es dar con relatos imaginarios donde evidentemente la raíz o causalidad es inextricable y la figura del rizoma aparece casi evidente. Utilicemos nuevamente la figura del pool, cuando las bolas parten en diferentes direcciones, el aquí y ahora difícilmente registre las fuerzas dinámicas que determinan el orden del movimiento, parece como si todas se moviesen al mismo tiempo (con excepción de la blanca). Por otro lado, la bola número cuatro, como ejemplo, se mueve por el impulso recibido pero suma su propia resistencia hasta instalarse en un rincón o al lado de otro bola o ingresando en la tronera. Como sea no es inocente de su movimiento, hay un momento en su deslizar que asume la responsabilidad de su quehacer. Esa bola, en tanto analogía con el sujeto, es un sujeto histórico, es decir responsable por su quehacer aunque sea en parte. Preguntémonos por la bola blanca. En un esquema histórico, la bola blanca sería la protagonista directa del movimiento, la causa. Aquí nos encontraríamos con el sujeto activo y responsable o la bola blanca equivaldría al conjunto de fuerzas sociales que mueven a los demás participantes. En un esquema rizomático, la bola blanca queda fuera porque lo que se lee es el movimiento del resto de las esferas. Desde una perspectiva donde el sujeto es protagonista (bola blanca) la otra es efecto (bola de color). Esta disyuntiva la colocamos en el punto de intersección entre lo diacrónico y lo sincrónico. ¿Quién ocupa este punto de interjección? La posición antihumanista, en el sentido del sujeto descentrado, no debería colegirse contradictoria con el sujeto centrado, en todo caso la contradicción es de lógicas. Más cabe la posibilidad de imbricarlas en una tercera lógica paradójica donde ambas fueran aferentes entre sí. La solución con el tema del Poder arriba señalado la encontramos a partir del concepto narcisismo, el Poder ofrece al sujeto una serie de cualidades a cambio de que éste se ubique como ejecutor de aquel: ser, tener y estar a cambio del poder ejecutar. Esta transa entre el sujeto y la estructura del Poder propicia la aceptación de un singular como representante del Poder y en el peor de los casos (Hitler, Videla, Pinochet, etcétera) en creerse el lugar y la cualidad del sustantivo hecho verbo. Veamos esta posibilidad en nuestro tema. ¿Dónde ubicar lo narcisista? En el juego del Pool nos está faltando un elemento para el análisis. En rigor le hemos dado a la bola blanca el poder decisorio del movimiento del conjunto cuando en verdad la bola blanca no se mueve por sí sino a través de un hombre que la impulsa. Este hombre es la representación narcisista que buscamos. Sin embargo el punto de interjección entre la diacronía y la sincronía, entre lo histórico y lo rizomático, entre lo magmático y molar no es el narcisismo, se facilita por lo narcisista pero no lo es. El narcisismo, a lo más, demuestra la tergiversación de la lectura de una situación desde lo infuso o a modo de epifanía. El hombre detrás de la bola blanca sería Dios y desde ese lugar puede ser el creador de la estructura o el hacedor del conjunto. El punto de interjección no lo hallamos en el jugador, falta aún un elemento más para el estudio. El elemento es el taco. Quien en verdad mueve a la bola es el taco. El taco hace protagonista a la bola blanca y a la vez es protagonista del impulso externo que hace ejecución.

            La “situación actual” que describe el Trabajador Social la propongo como el punto de interjección entre lo diacrónico y lo sincrónico, entre lo social histórico y lo rizomático (historia social, anamnesis), entre el sujeto efecto de y el sujeto responsable de. Es el taco, aquel que desmiente el protagonismo de la bola blanca (la descentra) y que a la vez la hace responsable del andamiaje del juego (la centra). El hombre que está tras la escena es el Observador que, si cree que es él quien escribe la historia, es decir él es el jugador tras el taco, proyecta su propia subjetividad (intrasubjetividad), prejuicios, y moral sobre la escena. Quienes se percatan de esta posición/problema lo asumen como un tema central de nuestra disciplina. El montaje ideológico y la necesidad de instruirse al respecto también lo pondremos en el pupitre a modo de cuestión.

Lo ideológico y su importancia

La ideología retoma viejos vicios que hicieron mella y afectación en nuestra profesión. Sin embargo hoy vuelve como tema medular: “… es principalmente desde el punto de vista de las ideologías en juego que un problema se torna socialmente significativo y, por ende, tratable en términos de trabajo social.”[11] Ahora bien, el tema de la ideología se presenta como central en la formación no considerando, a mi modo de ver, que la ideología es muy importante incorporarla a condición de que esta nos sea útil como conocimiento de la ideología del otro. Así como Karsz plantea la ideología como un quehacer y expresa la carga ideológica de toda manifestación apolítica: “Primero, porque nadie ve las cosas según su antojo, sino de acuerdo con sus posibilidades, límites, conocimientos, dudas, ignorancias; de acuerdo con sus sentimientos, en buena parte inconscientes; todo ello en función de las ideologías a las que se adhiere, de las ideologías a las que cree adherirse, de las ideologías de las que no se sabe partidario, pero que sin embargo lo organizan y reorganizan sin ceses.”[12];  así también deberíamos pensar al sujeto con quien se interviene y considerar que la ideología que sustenta es motor, fundamento y razón de la estructura que lo sitúa. Si se observa lo antedicho, la ideología es importante pero no más que como dato colateral que aporta e impregna al diagnóstico, pero que no hace diagnóstico. Quiero decir la ideología participa como variable explicativa, justificativa del “estado” de situación de los interlocutores, más no hace otra cosa que adornar, vestir o disfrazar la estructura. La acción caritativa, la toma a cargo o la toma en cuenta dice de la ideología del interventor, dice más -sigo a Karsz- que el discurrir estereotipado de discursos hueros. La ideología es una incógnita develada en el quehacer y no una doctrina o posición a tomar. Del mismo modo, el otro ya sea por su pedido en necesidad, ya sea por su demanda o deseo también hace acto y funda el mismo en ideología.

            Deberíamos preguntarnos ¿qué quiere el Trabajo Social? porque ya sabemos que quieren del Trabajador Social. Del Trabajador Social se requiere la adaptación del otro, el silenciar al otro con un pedazo de pan, el barrer bajo la alfombra, el poner la cara en nombre de la institución gobierno para decir “no hay”, de ser el chivo expiatorio de las instituciones para justificar que los programas existen pero los profesionales son vagos, mediocres o llenos de desidia, etcétera.  A Mery Richmond le debemos el que haya querido sistematizar una práctica fuera del voluntarismo y que por ella tengamos profesión. Pero esa práctica fue para paliar, para generar placebo, para detener la revolución comunista. ¿Qué quiere el Trabajo Social para sus profesionales? Si no los quiere adaptadores, alienadores, sometedores, dóciles, se hace imprescindible que una formación ideológica los apuntale. Pero en el caso, en el uno a uno cuando el Trabajador Social se encuentra con el bebe violado por su padrastro y a punto de morir, cuando la niñita ha sido violada reiteradamente por los compañeros del curso superior de la escuela, cuando la madre aconseja a la hija tirar a la basura al neonato en una bolsa de plástico, cuando la abuela ha sido ultrajada por su nieto quien le roba 100$, la pregunta del Trabajador Social ¿qué hago? cobra dimensión porque la ideología no da respuesta a esa inmediatez. Y la ideología se quiebra en mil pedazos si además la fantasía recurrente se dirige a: ¿y si me hubiera pasado a mí, a mi hijo, a mi hija, a mi madre?  No sólo ¿qué hago?, ¿qué hago con mis sentimientos absolutamente opuestos a mi pensar ideológico? ¿Hasta dónde poner en juego mi tolerancia?, ¿mi interpretación social de los condicionamientos que hacen al sujeto? ¿Mis voluntades críticas frente al neoliberalismo, neo capitalismo, posmodernismo?  El profesional en tanto no un improvisado o no un compulsivo debe apoyarse en una teoría, que permita pensar el qué, más allá del acontecimiento y su impacto. No es lo mismo sostenerse en una teoría frente al terremoto del acontecimiento que a una ideología que puede transformarse contingente a la vivencia subjetiva del profesional.

El problema central del Trabajador Social no es la ideología, que el Trabajador Social tenga un problema ideológico con la ideología puede ser cierto, pero no es el centro de su razón de actuar. El centro está en la demanda del otro y el otro no pide soluciones ideológicas, demanda solución a “un algo” aunque ese algo también sea ideológico.

Dos ejemplos

El bigamo

            Manuel pide ayuda porque su casa se ha quemado en un incendio. Se envía al Trabajador Social a investigar puesto que hay niños y se pretende conocer negligencias o descuido que impliquen el bienestar de aquellos. La profesional en su indagación obtiene que Manuel convive con Clara y Felisa y que tiene hijos de ambas. El es proveedor del grupo. La situación constata que efectivamente las condiciones materiales en general son de una pérdida total tanto del inmueble como de los elementos internos de la casa. Por otro lado, el modo vincular del grupo parece ser aceptado por los mayores sin dificultad. Ambas mujeres comparten la crianza de todos los chicos y no manifiestan inconvenientes en compartir al hombre de la casa. Cada cual de las mujeres tenía su propia habitación que Manuel frecuentaba de manera alternada.  El recogía a los niños a la salida de la escuela y participaba activamente en las reuniones de padres cuando era convocado. El interrogante de la trabajadora social se impuso desde la ideología. No habiéndose manifestado ningún tipo de reparo en la convivencia y por el contrario mostrando los mayores su dedicación y cuidado a los niños la dificultad del informe reinaba en la forma de vida del grupo ya que el mismo debía ser entregado a un juez. En un grupo de supervisión las preguntan  resonaban sobre el futuro de los niños en lo social. Si la condición era amoral o no, si perjudicaría el desempeño futuro de los niños, el modelo identificatorio que ofrecían los padres. Toda la discusión giró en torno a la ideología del grupo, la ideología de la profesional, la ideología de la Institución y la ética profesional en cuanto al libre desenvolvimiento del sujeto.

            Como se observa el atravesamiento ideológico del caso es absoluto como consecuencia de la investigación obtenida hasta ese momento.

            El grupo se había ido a vivir junto a la madre Clara quien no pone impedimento en dar cobijo a las dos mujeres y sus hijos a condición de que Manuel no viva con ellas. Como producto de esta situación se obtuvieron nuevos datos a saber: el incendio había sido provocado por Manuel quien pretendía a través de dicho acto lograr que el gobierno le diera una vivienda. Las mujeres, probablemente envalentonadas por la madre de Clara, comienzan a manifestar el temor que cae sobre ellas en relación al hombre quien no sólo las amenaza sino que indica ser capaz de matar a los niños.

            Con esta nueva información el caso sale de la órbita de la ideología para ser pensada desde el ámbito de la teoría. Estar frente a un sociópata o psicópata cambia toda la perspectiva de pensamiento y si se pudiese argumentar alguna crítica frente al abordaje es que el profesional, quien no puede obviar lo ideológico porque está atravesado por ello, no debe obviar lo teórico. La brújula orientadora son interrogantes que apuntan a comprender el objeto que se conoce sobre el que se interviene.

Opus Dei versus feminismo

            Se presenta un conflicto judicial que cobra conocimiento público. Una niña de 12 años abusada por su padrastro ha quedado embarazada y se pretende la realización del aborto por solicitud de la progenitora en caso de que la situación se pueda encuadrar en el artículo 86 del Código Penal de la Nación en los puntos 1 y/o 2.  El juez convoca al comité bioético de la provincia para que emita opinión. El grupo permanente es nutrido por otros representantes nombrados por la autoridad judicial. Mientras el primero está conformado por médicos, psicólogos y un sacerdote el restante se configura de un juez en lo penal, una psiquiatra, una socióloga, una licenciada en filosofía y un trabajador social. El encuentro de este nuevo grupo genera discrepancias desde su inicio, el grupo permanente, más conservador y los nuevos integrantes más inclinados al progresismo. Aún que todos los integrantes se manifiestan con cierta neutralidad u objetividad se denota desde cada miembro posiciones ya tomadas.  El modo en que el comité indica trabajar históricamente sus casos implica una demora que generaría de hecho la imposibilidad de la interrupción del embarazo. Esto crispa las posturas en los integrantes. Por otro lado un grupo religioso se infiltra en el hospital donde la niña se encuentra internada (en complicidad con miembros del establecimiento) mostrando fotos y artículos que escandalizan a la niña y a la abuela presente para su cuidado generando una posición taxativa en ambas de no querer el aborto. Simultáneamente desde el comité bioético se filtra información interna que sale en periódicos de Buenos Aires casi al modo de una crónica fiel de la discusión. El trabajador social y la psiquiatra ordenados por el juez a participar del Comité son a su vez peritos de la causa.

            Como se observará el caso está plagado de ideología. La decisión final no contemplará, aún con la mejor intención del bien superior del niño, otra cosa que no sea una solución incidida por la ideología.

¿Qué posición le cabe al profesional? ¿Debe inclinarse por su ideología personal en cuanto al aborto o a pesar de ella debe ceñirse a las posibilidades teóricas de su profesión, a costa incluso, de que la conclusión atente contra sus creencias? La conclusión del peritaje del Trabajador Social dice: “Dado que la pobreza no es razón suficiente para justificar ninguna medida que atente contra la vida y considerando que la familia…  se encuentra económica y materialmente por debajo de un nivel esperado, pero bajo ningún aspecto desahuciado. Que en lo afectivo y constitutivo del grupo, si bien se observan disfunciones importantes que deben ser tratadas,  estas no implican una situación liminar para que, en caso de que Usía resuelva la continuación del embarazo de L, este grupo no sea un factor de ayuda cierta, de apoyo directo a la evolución de la niña y de su situación como embarazada y futura madre. Del mismo modo, si Usía resuelve la interrupción del embarazo, la condiciones socio familiares serán suficientes continente para la evolución de la niña. Por lo tanto las condiciones socio familiares pueden ser evaluadas de manera positiva como contenedor para la niña en cualquier situación que se produzca.” ¿Qué aspectos toma aquí el profesional? Elaboró el lazo social que el grupo establece con lo interno entre sus miembros y desde ellos hacia el afuera. Elaboró un diagnóstico diferencial, estructural tomando la vivienda como una escritura, las entrevistas con sus miembros, la elaboración del expediente y por supuesto las observaciones directas en cámara Gessell con la niña. Aporta al juez una posibilidad que no decide el conflicto jurídico, eso lo hace el juez; no parte de un posicionamiento ideológico que surge con este caso como un problema social a resolver en otro ámbito. La viabilidad o no del aborto voluntario de la mujer es tema de los legisladores y de la sociedad toda, no de esta niña como objeto de uso para la resolución o antecedente.

Retorno al Sujeto 

Veamos nuevamente la contradicción. Aquellos que arguyen realizar un corte en la realidad o detienen la película o han sacado la fotografía. Para el primer caso se hace necesario la investigación de la película, esto implica que situación no es aquí y ahora sino que es desde allá y entonces al aquí y ahora. Posición histórica causal ya sea deductiva o inductiva. Para quienes se sitúan frente a la fotografía, situación actual no implica una descripción detenida de lo que se ve en el aquí y ahora sino la inferencia estructural, semiótica, lingüística, económica que nos enseña porque la foto es así y no de otra manera. En el primer caso se adopta una posición totalizadora, lineal, identitaria, para el segundo se adopta una posición antihumanista a favor de la lectura de las diferencias. Para nosotros, la práctica nos interroga por la insuficiencia de ambas posturas.

¿De que sujeto hablamos cuando nos referimos al caso, al uno a uno? No hablamos de la bola blanca, no hablamos del hombre que juega, no hablamos de las bolas de color, hablamos del taco, del punto de encuentro entre lo magmático y molar, entre lo diacrónico y sincrónico, hablamos de los pequeños relatos. Es cierto que el uno no puede hacer nada solo salvo morir o en el mejor de los casos –y esto debería ser demostrado- como dice Sartre elegir nacer. También es cierto que existieron Moisés, Jesús, Mahoma, Galileo, Copérnico, Newton, Pasteur, Freud, Marx, Nietzsche, el Che, Gandhi, Hitler, Stalin, etcétera. Es cierto que son producto de su tiempo, sus padres, sus estructuras, sus circunstancias, etcétera y también es cierto que ninguno de ellos podría haber sido lo que su referencia indica sin una resonancia social que los acompañase. Pero también es cierto que ellos ocuparon el lugar y no otros. Uno podría preguntarse si de haber seguido Lenin vivo hubiera ocurrido el stanilismo. Una hipótesis posible es afirmativa, porque después de todo fue Lenin quien retornó la teoría marxista al humanismo, fue el quien concibió la idea del centralismo democrático y de la vanguardia del proletariado. ¿Y Trotski? Tal vez por su idea de la revolución permanente la historia se hubiese escrito con una alianza entre el eje y los aliados contra él. Pero todo esto es ciencia ficción histórica[13]. Lo que nos interesa acentuar es que ese uno condicionado no pudo no ser aquel y que fue aquel porque una fuerza social hizo resonancia a su propuesta sacándolo de sí mismo y colocándolo como sujeto al mundo. Tal vez fue la cara de Freud o la forma de vestir de Gandhi o lo que fuese su escritura o su recitar ideas  de esa manera y no de otra lo que provocaron la resonancia. Por supuesto que se puede decir que el sujeto estaba en el lugar y en el momento adecuado, pero además estaba él y no otro. Ese él es un producto social por lo histórico determinante y por la fuerza social resonante, pero sigue siendo él.  Del mismo modo, nuestro sujeto, el hombrecito objeto de intervención es un ser condicionado pero no deja de ser él mismo, con su historia pequeño relato y su protagonismo en el mundo con mayor o menor resonancia social, pero siempre con resonancia, más no sea en su grupo de pertenencia. Sartre decía algo así como: que hago con lo que hicieron de mí, haciéndome cargo por acción u omisión de mi quehacer. En síntesis, no hay sujeto hegeliano, pero tampoco hay no sujeto, existen sujetos varios como lógicas paralelas varias, existe el sujeto del psicoanálisis, el sujeto de la educación, el sujeto de derechos, el sujeto social, y también el sujeto uno: Juan, Pedro, María. Sujetos paralelos que en paradoja pueden encontrarse o a través del Otro social, de una fuerza social que los mancomune, sin que ello, pertenecer a la masa los desindividualice. Decir sujeto no implica un determinismo universal, implica a un elemento que se va construyendo en sus pequeñas elecciones. Decir elegir no implica libertad, no hablamos de libertad porque el sujeto elige desde el narcisismo, elige siempre lo que le conviene lo que se acomoda más sí decimos sujetos deseantes. Sujetos diferenciados –paralelos- capaces de construir pequeños relatos, por lo tanto sujetos históricos, sujetos con posibilidades de elegir como maniobrar con los determinantes. Decir histórico no lo transforma en universal, hablamos del uno trazando pequeñas historias que influencian en los otros y se deja penetrar por los pequeños relatos de algunos otros, haciendo nudos sociales que pueden transformarse o no en fuerzas sociales y allí en el anudamiento anula la paralela construyendo los puntos de encuentro. Sujeto que se construye desde su producción y creación que lo hace a sí mismo y en retracción haciendo sentido para sí.

Darwin logró diferenciar especies entre el reino animal e indico que cada especie que mancomuna elementos para ser nombrada así consta de muchísimos individuos. La diferencia nos coloca como únicos entre el conjunto de semejantes.

El Trabajador Social tiene como tarea apuntalar el deseo, en aquel que quiera marcar su diferencia, en aquel que pretenda la des-alienación para apuntalar su accionar en alguna fuerza social. Porque el sujeto, en tanto tal, en tanto sujetado, no puede ser solo. 

La democracia en la educación

La formación profesional también debe ser evaluada como cuestión. No debe confundirse democracia con eclecticismo. Ser democrático en la educación es dar un lineamiento definido que permita al alumno tener un palenque de donde tomarse, aún si ese palenque sirve para escindirse de lo enseñado. Quiero decir, enseñar todas las líneas de pensamiento existente para que el alumno elija es eclecticismo. Esta modalidad se ha generado por años dejando al alumno en una miscelánea imposible de salir, ya que tampoco se enseña como consensuar o como obtener síntesis que, por otro lado, ningún profesor realiza o no se enseña y, por ende, no se aprende a investigar. La formación se ve impregnada de la subjetividad del educador que enseña lo que sabe sin importar que otra cosa enseñe el vecino, lo cuál puede ser opuesto, contradictorio o absolutamente negador del primero.

Fui educado durante la dictadura militar, daré de ejemplo dos cátedras infames por las que tuve que pasar para recibirme: Servicio Social de Grupos, dictado por una “persona” que enseñaba que grupo era subversivo, que grupo era innecesario, que grupo al fin y al cabo era como “un conjunto de gustos de helados” (sic). Servicio Social en Familia, dictada por una señora delirante, incomprensible, enredada en neologismos ininteligibles. Pude deducir de su discurso la propuesta de abordajes para familias yanquis.  Obligar a una familia de 5 miembros que tenían una sola silla para sentarse y como alimento medio kilo de yerba, a realizar un roll play de cómo ésta se prepara para irse de vacaciones a Mar del Plata. Ambas cátedras fueron ideológicamente coherentes con el momento. Hueras de contenido, propia de una ideología sin ideología y carente de sentido social, aunque con un fuerte sentido de “reconstrucción nacional”. Considerar obligatorio dar otros puntos de vista (de lo contrario es adoctrinar al alumno), es considerar al alumno un cretino. Generar un lineamiento homogéneo que ayude a pensar la realidad cotidiana no es un atentado contra la democracia educativa, es jugar una apuesta al saber que, como todo saber, se mueve y modifica. Kissnerman armó una escuela de Trabajo Social en Río Negro, fundamentó la acción bajo la égida de la teoría de Pichón Riviere. Adaptada al Trabajo Social, lo que hizo fue jugar su apuesta y los formados por él y su escuela saben al menos como abordar un grupo.

Conclusión

            ¿Por qué debe enseñarse filosofía en trabajo social? Porque si la función del pensamiento filosófico no es sólo interpretar al mundo sino modificarlo, el pensamiento de la cosa recae sobre aquellos que interactuamos con la cosa. Nuestra práctica está llena de interrogantes que tienen respuesta en pensamientos ya elaborados pero también recrean interrogantes por la práctica misma que nos obliga a reconceptualizar y sobre ello a los filósofos a pensar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Al respecto realice un trabajo sobre el sujeto de conocimiento, del derecho y de la calle en el Lazo Social II.

[2] Feinmann, José Pablo; “La filosofía y el barro de la historia.” Planeta. Bs. As. 2008. Pág. 275

[3] Parte de esta discusión figura en el anexo del libro dos donde se pone en juego la defensa a la razón por parte de Sebrelli en su libro “El olvido de la razón” y la continúo con el texto “Las lógicas colectivas” de Ana Fernández en el anexo 1 del presente.

[4] Karsz, Saul; “Problematizar el trabajo social”. Gedisa. Barcelona. Pág. 95.

[5] Feinmann, J. Op. Cit. Pág. 653

[6] Feinmann, J. ; Op. Cit. Pág. 788

[7] Marchevsky, C.: “Lazo Social I. Espacio. Bs. As. Pág. 49.

[8] Lazo Social I. Pág. 106.

[9] Foucault, M. “La microfísica del poder”

[10] Delleuze, G. y Guattari, s.: « Rizoma ». Pre- textos. Valencia. España. 1977.

[11] Kasz, S.: “Problematizar el trabajo social”. Gedisa. España. Pág. 50

[12] Kasz, S.: Ibídem. Pág. 46

[13] En todo caso una propuesta nueva para entender la historia desde la negatividad, entender como fue lo que fue desde lo que podría haber sido.

 

Sobre el olvido de la razón de J:J:Sebrelli

La lógica de la sin razón

 

El sagaz periodista y abogado Mariano Grondona, en un programa de televisión por cable, donde oficia de docente, me enteró del libro: “El olvido de la razón”. El comentario didáctico y tendencioso sirvió para motivarme lo suficiente y desear leerlo.

            La presentación del Dr. Grondona me había cautivado porque al desglosar el contenido del libro citaba autores de mi formación y al hojear el índice descubrí que el recorrido de Sebrelli abarca prácticamente a todos los que fueron mis fuentes e influencias para la creación del lazo social como objeto de conocimiento para el Trabajo Social. 

El libro[1] se sostiene sobre la dicotomía, contradicción, dialéctica u opuestos entre el racionalismo y el irracionalismo. El autor rastrea el origen de la segunda tendencia, sus precursores, seguidores y la producción de los mismos donde, además de desmitificarlos, aporta su  crítica. En la introducción, propone no eludir la polémica[2], ello me recordó un estilo, propio de los siglos XIX y XX, que remitían a la dialéctica. No es mi intención recrear el género y mucho menos con Sebrelli de quien no me siento digno. De cualquier modo, considero que el género discusión o polémica ya fue superado, en particular, por Pichón Riviere de quien aprendí el concepto de co-pensar, pensar con el otro; en vez de discusiones para fortalecer narcisismos,  pensamientos reflexivos para sumar ideas a las propias. El libro en cuestión me obligó a inspeccionar las ideas básicas de mis propuestas y lo expongo a consideración del lector.

Los ejes temáticos de Sebrelli.

 Tres son los ejes temáticos que rescato del libro “El olvido de la razón” de Juan José Sebrelli.  El primero está ligado a la defensa que el autor hace del contexto con relación al valor que en sí mismo tiene el texto de acuerdo a la corriente estructuralista. “Había que analizar, únicamente, “el texto” o el “discurso” –palabras fetiches que lo mismo se usaban para una obra literaria, pictográfica, musical, cinematográfica o una teoría filosófica o científica- en su propia estructura interna, aislándolo de todo contexto social o histórico, el “textualismo”, el texto sin contexto.”[3] La manera de aplicar su idea es a través de una chismografía digna de semanarios faranduleros que se venden en los kioscos. Desarrolla una diatriba de ejemplos sobre los autores cuestionados, intentando una denuncia o demostración muñida de inconsecuencias entre lo factual y lo idéico. El rumoreo se extiende pletórico en toda su obra y uno se tienta a preguntar si Sebrelli quiere discutir ideas o demostrar que las ideas no valen porque el sujeto pensante era débil, malo, obstinado, engreído, etcétera. Quienes conozcan la vida personal de Sebrelli, seguramente, nutren su imaginario anteponiéndolo al Sebrelli pensador, escritor, obnubilando su decir a cambio de su parecer. Supongo que a él mismo le molestaría mucho que sus ideas fueran refutadas desde el imaginario del sujeto y no por lo expresado en su discurso.

Sin embargo, el autor usa valores de la subjetividad predisponiendo al lector sobre las ideas de los pensadores. Por ejemplo: Schopenhauer  “fue un hedónico, amante de la buena vida, en contradicción con el pesimismo y su misantropía” [4]; Kojeve “maestro de la intelectualidad francesa de entreguerras, en tanto servía de agente secreto del régimen soviético”[5]; Nietzsche “La influencia sobre su escasa o nula vida sexual emanó de una escena primordial acerca de la visita juvenil en 1.865 a un prostíbulo”[6]; Heidegger  tenía su  “lado kitsch no solamente en la cursilería de sus cartas de amor a Hanna Arendt o en su vida cotidiana donde solía olvidar su desprecio artístico por las masas populares para compartir entretenimientos colectivos banales como el fútbol, el boxeo o la televisión de la casa del vecino”[7] o “se presentaba en sus cátedras vestido con traje tirolés, pantalón tres cuartos abrochado en la rodilla y camisa abierta[8]”; o “su padre fue sacristán y él monaguillo y hasta jugaba a “decir la misa”[9]; Freud: “en los primeros tiempos (la sociedad psicoanalítica) se parecía sobre todo a una logia, una especie de masonería, presidida por el jefe carismático, autoridad indiscutida y al que se le debía obediencia estricta (...) poseedor de un conocimiento de “iluminado” que no se compartía con el profano. La transmisión iniciática del conocimiento y la remisión al principio de autoridad los acercaba más a una secta esotérica que a una comunidad científica.”[10]  “Tenía una vida sexual muy limitada: se abstuvo los cuatro años de noviazgo, durante los primeros nueve años de matrimonio sus relaciones fueron interrumpidas por numerosos embarazos y a partir de los cuarenta años restringió su sexualidad porque desaprobaba el uso de preservativos y consideraba que la anticoncepción era psicológicamente dañina”[11]. Después arremete contra los seguidores freudianos entre ellos: Melanie Klein (odiaba a su hija), Marie Bonaparte (tenía deseos incestuosos por su hijo y un amante), Ana Freud (era lesbiana)[12]; Bataille: “Un departamento pulcro, cierta elegancia en el vestir, un cómodo empleo en la Biblioteca Nacional, alternaba con algunas noches de prostitutas y alcohol[13]. Delleuze: “Aunque alentó al movimiento francés de liberación gay, era casado, padre de familia, rutinario, sobrio y de hábitos convencionales.”[14] Althuser: “poco antes de asesinar a su mujer pidió una audiencia con el Papa.”[15] “Un cierto tono melodramático –con el asesinato de su mujer Hélene y su posterior reclusión en un convento- cubrió el final de la vida del rígido profesor e intransigente filósofo. También en el plano intelectual sus teorías fueron desautorizadas por las confesiones del propio Althusser, que reveló en la autobiografía sus escasos conocimientos filosóficos, en especial sobre Hegel y Marx”[16]  Derrida: “era un profesor casado y padre de familia que se dedicó a la filosofía después de haber pasado por la literatura y fracasado en su primera vocación de jugador de fútbol”.[17] Lacan: “Más que Bretón fue el surrealista heterodoxo Georges Bataille que influyó en Lacan. Aunque lo citó una sola vez debía tenerlo presente, ya que le había quitado a su mujer, la actriz Sylvie.”[18] Levi-Strauss; “Con Bretón y Max Ernst se dedicaban a coleccionar máscaras de los indios de la costa norte del Pacífico, que compraban baratas...”[19] Foucault: “durante el régimen del general De Gaulle ocupaba cargos oficiales en el exterior y llevaba una ostentosa vida de play boy corriendo en su Jaguar deportivo blanco, tapizado en cuerpo negro que hacía juego con su vestimenta.”[20]

Salvo una mala intencionalidad del autor, no veo el valor apodíctico del anecdotario. Que Nietzsche no haya tenido una vida sexual importante o que Freud haya sido un pacato con las mujeres o que su hija haya sido lesbiana o que a Heidegger le guste el boxeo y la vida en el campo sobre la vida citadina o que a Foucault haya sido un oportunista político o que Lacan se haya casado con la ex mujer de Bataille y que éste haya sido atraído por el esoterismo, las drogas y las orgías o que Delleuze haya sido un mal futbolista, etcétera poco objeta las ideas producidas. Si se trata de discutir ideas, siempre que Sebrelli lo permita, hagámoslo desde la racionalidad y no desde la revista “Gente”.

En todo caso, todo el anecdotario sirve para desmitificar figuras y recordar nuestros propios grupos provincianos formados en la clandestinidad y pensar que si Mendoza fuera París; José Niemetz, Nicolás Lobos, Félix Marchevsky, Luis Vespa, Patricia Rodón, entre otros, serían los pensadores de moda, leídos y discutidos por algún Sebrelli del tercer mundo. En rigor, todo el chusmerío sebrelliano sirve para demostrar (mal que le pese) que el conjunto de autores estaba signado por la neurosis (en el mejor de los casos) y como humanos (término que defenderá el autor) estaban divididos en tanto sujetos. Incluso, su modo de presentar pensadores aporta argumentos más a favor del texto sin contexto ya que este hace óbice o mal predispone al lector restándole así la oportunidad de nutrirse de las ideas.

Nazismo/antisemitismo

 

            El segundo eje que utiliza Sebrelli en su libro es la mostración que estos autores estuvieron atravesados por el nazismo o fueron antisemitas o victimas del antisemitismo. Al parecer al nazismo lo considera como una ecuación hermanada a la misticidad y al esoterismo. Como en el eje anterior redundan los ejemplos.Schopenhauer: “El budismo le satisfacían cuanto era una religión sin Dios (...) Mas extravagante y de consecuencias perniciosas fue su hipótesis de un cristianismo ario, originado en la India y mezclado con las religiones hinduistas, de donde habría pasado a Judea, atravesando Egipto. Los judíos lo habrían deformado incluyendo aspectos tan negativos para Schopenhauer, como el optimismo salvacionista, el racionalismo y el libre albedrío. Un inocultable halo antisemita recorría esta caprichosa interpretación”.[21] “El orientalismo llevó a Schopenhauer por los caminos oscuros del esoterismo y alentado por esos idearios no vaciló en aceptar la reencarnación de las almas. Se volvió adepto al magnetismo animal y la magia, propugnó la validez de los fenómenos paranormales, entre otros la clarividencia y elogió los grandes magos Paracelso y Agripa.”[22]Influyó sobre numerosos artistas literatos, entre ellos Hesse, Ibsen, Borges, esto último parece un dato ambiguo que no se sabe si sirve para confirmar lo bizarro del filósofo o, por el contrario, su lucidez. “Mas insólita fue la resonancia del pensamiento schopenaueriano en Adolf Hitler, que solía citarlo con frecuencia en sus conversaciones.” Para Hitler “como filósofo su modelo había sido Schopenhauer”[23]. Nietzsche: “El esoterismo, el ocultismo y el orientalismo integraban otras modas “fin de siglo” contemporáneas del nietzscheanismo; inevitable era el mutuo trasvasamiento.” “Hitler ya en el poder, peregrinó hasta el archivo Nietzsche en Weimar, convertido en santuario, donde Elizabeth lo consagró heredero del filósofo, entregándole el bastón que pertenecía a su hermano.” “Ambos dictadores, ya en decadencia, recordarían a su maestro de pensamiento: cuando Musollini cumplió sesenta años, en prisión, Hitler le envió como regalo las Obras Completas de Nietzsche...”[24]. “El nietzschianismo de izquierda, para blanquear al maestro, acostumbra resaltar algunas frases contrarias al antisemitismo y a los alemanes...” “Detrás del racismo de Nietzsche estaba su admiración por los fundadores de la doctrina y por el darwinismo social (...) Para no dejar lugar a dudas de que cuando hablaba de aristocracia se refería a la sangre, adjudicaba a los judíos, no sin una perversa intención, la autoría del concepto ´aristocracia de espíritu´”.[25] Heidegger: “Los escritos que le interesaban procedían de los místicos, los budistas zen, pensadores religiosos, rara vez hablaba de filósofos.”[26] “El erudito profesor decía encontrar más interesante que la filosofía las supersticiones, los prejuicios, los apotegmas, los proverbios y la sabiduría popular (...)[27] ”Por esos días circulaba entre los profesores un documento de Heidegger incitando a afiliarse al partido nazi (...) aclamó el advenimiento de Hitler (...) La primera manifestación antisemita fue el ya citado escrito en l.910 sobre Abraham de Sancta Clara (...) en la última conferencia de 1.964 revelaba que Austzwich no le había enseñado nada.”[28]. Como Freud era judío no puede acusárselo de antisemita o nazi pero sí de ser víctima del antisemitismo, curiosamente los autores citados por Sebrelli están atravesados por el anverso y reverso de la misma moneda donde no parece importar la diferencia entre victima y victimario: “... la carrera profesional de Freud no fue obstaculizadas por sus ideas supuestamente revolucionarias sobre el sexo, y las mayores dificultades que tuvo en su vida fueron debidas al antisemitismo.”[29] “En la obra que marcó su ruptura con Freud, Jung no tuvo inconvenientes en citar a Houston Stewart Chamberlain, fundador del racismo y del antisemitismo moderno. Mucho antes de la aparición del nacionalsocialismo Freud había advertido la incidencia del antisemitismo en Jung. Unos años más tarde Jung demostraría que las preocupaciones de Freud no habían sido erradas. En un escrito “El papel del inconciente” arremetió contra el psicoanálisis de Freud y de Adler apropiado, según él, solo para judíos pero no para alemanes.”[30] Bataille: “André Bretón lo introdujo, a la vez al esoterismo y a la izquierda.”[31] “Reconocía Bataille su peculiar destino de predicar religioso que le otorgaba un aura de monje negro.” “El proyecto de ritos iniciáticos sugeridos a los adherentes de Acéphale y el Colegio de Sociología Sagrada muestra la voluntad de Bataille de convertir a esas instituciones en la cobertura de una secta.” “El propio Bataille admitió que muchas de sus posturas podían ser confundidas con el fascismo.””Bataille publicó un ensayo “la estructura psicológica del fascismo” caracterizándolo al movimiento como una subversión de lo heterogéneo.” “Hitler y Mussolini se le aparecían como “lo totalmente otro”, claramente opuestos a ”la homogeneidad” de las débiles y mediocres democracias.”[32] Levi- Strauss; “La fascinación por lo pueblos primitivos lo impulsó a equipar el pensamiento mágico con el conocimiento científico.” (...) “El pensamiento salvaje era,  para él, una alternativa válida al racionalismo del hombre civilizado (...) Al incorporar el concepto de raza como uno de los elementos que integraban su noción de cultura, Levi-Strauss no vacilaba en apelar nada menos que al conde de Gabineau, padre fundador del racismo moderno.”[33].  Si no puedes con Derrida busca en sus aliados: “El New York Time empañó un tanto el éxito de Derrida cuando en diciembre de 1.987, reveló que uno de los principales representantes de la reconstrucción, Paúl de Man, había colaborado con los nazis durante la ocupación alemana en Bélgica donde en 1.940 a 1.942, había sostenido posiciones antisemitas en el periódico Le Soir controlado por la Gestapo y propuesto como “solución al problema judío” la deportación masiva.”[34] Al resto de los autores, el no poder encontrar una veta fascista o antisemita le alcanza a Sebrelli para indicar que son autores influenciados por los primeros, así, Delleuze, Faucoult, Althuser, los miembros de la revista Tel Quel o el Gauchismo francés, la French Teory de EE.UU., la escuela de Francfort inyectados de Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger , un Freud lacanizado y un Marx althuseriano, aunque no confesos nazis o antisemitas no dejan de ser seguidores de aquellos y en consecuencia..Presentados como personas orgiásticas, inconsecuentes, burgueses, oportunistas, pacatos,  místicos, religiosos, orientalistas y además adheridos por voluntad o sin ella a partir de la irracionalidad al antisemitismo, al fascismo y al nazismo; con semejante contexto ¿a quién le puede interesar el texto de esos autores?

Las ideas

 

De cualquier modo, el tercer eje de su libro son las ideas.  Promueve una dicotomía entre; por un lado el perspectivismo, la incomprensibilidad, la literatura como fundamento, el lenguaje como esencia, rechazo a la vida urbana y el retorno a la comunidad rural, lo particular, el antihumanismo, la ahistoricidad, el sujeto barrado y por otro: las ideas, la verdad o la verdadera realidad,  la ciencia y  la técnica, lo universal, el humanismo, la historicidad, el yo y el progreso.            Aunque el mismo Sebrelli acepta la irracionalidad como producto de la racionalidad moderna; “El irracionalismo, paradójicamente, es dependiente de aquello que niega, ya que no hubiera existido sin el proceso histórico que dio origen a la racionalidad moderna.”[35];  agregando más adelante: “La dicotomía racionalismo/irracionalismo no es un dualismo maniqueo...”[36]; sin embargo parece hacerlo leer de ese modo. Aceptando las mezclas de unos en otros y los intentos de síntesis, Sebrelli concluye que el único camino de la razón es lo que denomina razón crítica; “Optar por la razón no significa el regreso al rígido racionalismo clásico basado en principios inmutables y eternos, impensables después del criticismo kantiano ni al ingenuo evolucionismo lineal, camino imposible después de los inesperados giros que tomara la historia. Una racionalidad crítica conoce y comprende lo irracional, sabe que la razón es apenas una frágil isla en un turbulento océano de irracionalidad. Aún los hombres que creen en la razón actúan y piensan, con frecuencia, irracionalmente. Pero lejos de idealizar, a la manera romántica, ese lado oscuro de lo humano o de creer que lo irracional es la instancia última e insuperable, confían en una comprensión racional de la irracionalidad que permita enfrentarla como un peligro que alienta la violencia y los actos más perversos.” [37]

 Hay un momento en el texto de Sebrelli denunciando paradojas del psicoanálisis “La teoría de la resistencia permitía adecuar los resultados de la sesión analítica con los conceptos apriorísticos del psicoanálisis. Si se concluía que el paciente odiaba al padre, esto probaba el complejo de Edipo, pero el caso opuesto también lo probaba: el amor no era entonces sino una forma de ocultar los verdaderos sentimientos, de reprimir el odio. Del mismo modo, la heterosexualidad podía ser una homosexualidad reprimida o viceversa, la negativa era una afirmación encubierta. Todo valía, nada podía ser refutado ni tampoco comprobado.”[38] curiosamente, el autor acomoda la racionalidad del mismo modo en que critica al psicoanálisis,  las democracias racionales que generan desocupación, hambre y miseria son irracionales, Hiroshima y Nagasaki es producto de lo irracional, las invasiones a las naciones de parte del imperialismo es irracional, los golpes de estado y mandatos a asesinar presidentes democráticos de parte de las democracias occidentales y racionales son por efecto de la irracionalidad, en síntesis: toda la violencia y los actos perversos de la humanidad son producto de la irracionalidad, aunque quien los lleve a cabo sea el país más democrático y/o racional.

            Cita a sectores radicalizados en la corriente irracional: “Ciertas ideologías radicalizadas descalifican el concepto de razón universal y autónoma del racionalismo porque lo juzgan colonialista, etnocéntrico y xenofóbico, en tanto tuvo su origen en la sociedad europea. Alegan además que los principios de libertad y derechos humanos ínsitos a ese racionalismo fueron sólo privilegio de las naciones centrales, de la clase burguesa, del género masculino y de la raza blanca, de ese modo la denotan por clasista, racista y sexista.”[39]  Si este argumento es radical, aligerémoslo pero no saquemos los pies del plato. La libertad y los derechos humanos en occidente responden sin duda a intereses económicos en juegos, la discriminación racial aún persiste en los países centrales y periféricos, la libertad sexual lograda en occidente fue producto de la lucha “irracional” de aquellos movimientos y de la oportunidad política de occidente de aceptarlos. La crítica de los radicalizados no es menor y además se puede considerar que la irracionalidad surge ante el agotamiento de la racionalidad como efecto necesario para generar algún salto en el pensamiento.

Comparto que la irracionalidad es un producto de la razón, creo además que los filósofos y pensadores irracionales no intentaron otra cosa que sumar comprensión al fenómeno irracional de la humanidad. Tomado de ese modo, es maniqueo colocar una por sobre la otra porque, en rigor, ambas van de la mano en una dialéctica que se pretenda superadora. Si lo superador es demostrar que una es mejor que la otra no se comprende el esfuerzo del pensador irracional. Sebrelli insiste en polemizar, no quiere sumar. Del mismo modo, no tiene sentido anular la intencionalidad de Sebrelli. Por supuesto que Faucoult no conoce del sufrimiento del psicótico, tampoco conoce del sufrimiento de la víctima del delincuente que ningún marxista aceptaría como una nueva versión de la lucha de clases. Si la irracionalidad es un producto del racionalismo, ¿acaso ese saber no aportó nada? ¿Es viable pensar que solo el título de irracionalidad tira por la borda todo aporte de esta corriente o puede ayudar a la razón crítica a seguir sumando y creciendo?

Los aportes de la irracionalidad: El antihumanismo

 

            A la hora de las ideas el principal némesis de Sebrelli es Levi-Strauss, creador del estructuralismo y pensador fundante de la corriente. “El concepto de culturas, tan caro a la antropología, alentó el criterio de las diferencias y menospreció las similitudes destruyendo así la concepción del género humano como unidad.”[40] Uno de los pilares de la crítica recae en la destitución del yo a favor del “efecto de estructura” y como consecuencia el antihumanismo y la ahistoricidad . “La ponderación de la inconsciencia diluía el cogito cartesiano y, por consiguiente la conciencia, el sujeto, el ego, el yo, el ser para sí, la individualidad, la persona, de acuerdo con la perspectiva epistemológica, ontológica, psicológica, ética o histórica (...) En cambio, encontraba aval teórico en el inconsciente psicoanalítico, origen del lacanismo, un freudismo estructuralizado.  Las estructuras nada tenían que ver con el accionar de los hombres, estos eran formados por las estructuras entendidas como lo único real. Los individuos quedaban, de ese modo, reducidos a apariencias o ´soportes de la estructura´; ni siquiera tenían conciencia de la estructura que los regía, porque se la sobreentendía, como las leyes gramaticales, en el habla.”[41] Remitiendo a Lacan: “El sujeto no sabe lo que dice y por las mejores razones, no sabe lo que es”. “El sujeto está ´descentrado´ porque el centro no sería más que el ilusorio yo, mera ideología, el quiste de lo imaginario´”[42] .

            El modo de cuestionar la descentración del Yo es atacando a Freud  sumando su crítica a quienes lo cuestionaron por defender la familia tradicional, ser sexista y con el horizonte puesto en la burguesía media de su época. Cuestiona la validez de Freud, de Lacan y de los psicoanalistas por ser una ciencia sin capacidad de suministrar una estadística o un resultado que verifique sus hipótesis. Utilizando los argumentos de los pacientes de Freud: Bertha Pappenheimer, el hombre de los lobos, Dora, refuta las conclusiones freudianas animándolas de subjetivas y más acorde a los caprichos del científico que a la realidad de sus resultados.

            Que el psicoanálisis no da estadísticas es un hecho, que ha fracaso en varios de sus intentos terapéuticos también. De cualquier modo, usar las declinaciones de Freud sujeto y de Freud científico con fines aferentes, premeditados queda claro en Sebrelli. Negar los logros implica una construcción tendenciosa, de recortes manipulados a favor de sostener una idea. Freud descubre al síntoma como efecto de un conflicto psíquico. La conciencia superficial sostiene el yo sebrelliano, allí donde no existe otra cosa que explique a la cosa. El Yo promulgado como el gran síntoma social del sujeto aparece en Sebrelli como sinónimo de moretón, de estornudo, de tos. Los descubrimientos freudianos al respecto dan respuesta dentro de un campo no volitivo ni conciente, dentro de un campo tan inexplorado como la medicina hasta el siglo 19. Y a pesar de los fracasos, la técnica permitió muchos éxitos que tampoco figuran en las estadísticas. Negar la lectura freudiana del chiste, del sueño en particular, es bordear la injuria. Hoy, las escuelas de marketing, de publicidad, la propia política de los países racionales utilizan los descubrimientos freudianos en su favor, conceptos como sublimación, inconsciente, represión, transferencia, el propio estadio del espejo lacaniano para la captura de la imagen y otros, son materia de estudios. Puedo coincidir con Sebrelli que esto no construye del psicoanálisis una ciencia (en el sentido positivista del término) pero ello no desvirtúa ni su saber ni su aporte.

            Al efecto funcional del racionalismo en los sistemas democráticos centrales que invaden naciones, matan indiscriminadamente por controlar ciertas zonas estratégicas de petróleo, promueven golpes de estados en naciones no adictas, generan sabotaje de alimentos y medicación para naciones no afines, el hambre, la desnutrición infantil, la desocupación, las nuevas enfermedades masivas, los nuevos descubrimientos de armamentos químicos que denigran la dignidad humana, la explotación de la naturaleza sin planificación, la destrucción de los recursos naturales, la capa de ozono, etcétera, Sebrelli opone que la razón dio con medicamentos, vacunas, medios de transportes, de comunicación, el alfabetismo, etcétera.  No vemos apropiado celebrar los logros sin entender que las consecuencias de los mismos llevan dos direcciones, no es apropiado indicar que los logros son racionales y lo nefasto es irracional, (ahí el maniqueísmo). El sistema racional no es humanista, de la mano de su máxima expresión económica: el capitalismo, es una ofrenda a la destrucción y pocas veces a la construcción. La zancadilla que la racionalidad se da, el nazismo como creación, no ha encontrado explicación en la misma razón y esa isla en medio del torbellino de irracionalidad da lugar a los filósofos y teóricos de la irracionalidad que tratan de dar mayor explicación a lo inexplicable. No a los mares que bordean  la isla sino los propios volcanes que esa isla generó. Para el caso los antihumanistas son más humanistas que los propios embanderados.

Soy el otro

Hoy no hay equipos de fútbol que defiendan los colores de sus camisetas, defienden una marquesina de productos similar a los autos de carreras de las distintas fórmulas. Curiosamente, el hombre de la calle  poco se diferencia del jugador de fútbol o del auto de carrera. Trasunta con su propia vidriera: tres tiritas, un guión, el cocodrilo, el rombito, incluso ya más desmesuradamente, la foto de los Simpson, del Che, de Coca Cola, del mismo equipo de fútbol del que se dice afín, etcétera. El sujeto está escondido en su propio centro comercial que le da identidad. ¿A quien? Al yo que está por debajo del sujeto. Habla a través de su yo, su propia máscara. A Sebrelli lo vi en una oportunidad en el café de la librería Atenéo, un observador común y en su caso, avezado, podría fácilmente visualizar como la gente se reúne en torno a una mesa para hablar con un aparatito llamado celular, dejando al contertulio en la más absoluta insignificancia porque, al tiempo, el otro hace lo mismo. ¿Dónde está el yo? hablando por teléfono con el yo/yo, mientras el sujeto dividido está ahí en presencia. Los comercios de internet muestran la extravagancia del yo que vive comunicado virtualmente, se masturba, llora, se enamora y se casa con el otro especular. El yo del narcisismo tan bien elaborado por Lacan es insufrible para Sebrelli que necesita que ese sujeto yo sea consciente y responsable. En verdad es consciente y responsable de su máscara (persona) y a la vez es inconsciente e irresponsable hasta hacerse consciente de su ello. Le guste o no a Sebrelli, detrás de ese yo adicto hay un sujeto sufriendo por su empobrecimiento, chatura y prescindibilidad. El yo consciente y responsable que va a su trabajo mecánico, repetitivo, aburrido, para producir plusvalía para otro a cambio de un sueldo (que cree que le permitirá ser sí mismo), regresa a su casa para ver televisión o ir al cine o abrir internet o jugar a los jueguitos. Ese yo disfraza al sujeto deseante que reprime, repite, sufre y se enferma. De eso se trataba en la época de Freud, aún burgués y clase media, de eso se trata del sujeto divido de Lacan, ya no solamente burgués ni tan clase media.

            Atacar al psicoanálisis porque dejó de interesarle la cura es no querer comprenderlo ni estudiarlo. La crítica que Sebrelli le hace Freud en razón a sus fracasos terapéuticos no fue dejado de lado por Lacan quien conocedor de ellos comprendió que el psicoanálisis no es una terapia y con ello estatuyó un lugar definitivo y diferenciado del psicoanálisis respecto a las corrientes curativas. El psicoanálisis es un lugar de análisis, por ello se modificó la nominación de paciente terapeuta por analizante/analista. La cura es un efecto secundario del proceso de análisis. ¿Analizar qué? Ese otro del sujeto que lo determina en muchos de sus actos y, ortodoxamente a lo freudiano, el que tome conciencia de ello puede facilitar un mejor desempeño en su vida. Desconocer el esfuerzo freudiano en dar con un elemento simbólico y estructurante del sujeto -lo inconsciente-, por simple desidia o conveniencia no es lo apropiado en la crítica. Bajo ese yo sintomático está la estructura de Levi-Strauss, estructura edípica, estructuras elementales de parentesco. Desconocer cómo la voluntad política no altera las estructuras de poder, cómo éstas siendo económicas determinan acciones y reacciones de las naciones más allá de la voluntad de sus dirigentes, ignorar que ciertas estructuras familiares determinan patologías más allá del individuo, su razón o voluntad no significa negar el saber de la filosofía y sus aportes; por el contrario, es sumar a aquellos un espacio no comprendido por la pretensión de la razón. Marx hizo su crítica al socialismo utópico atacando las razones volitivas del capitalista “bueno”. No es una novedad que ningún sujeto con capital que por su bondad quiera ofrendar al trabajador con el 50% de las ganancias o distribuirlas igualitariamente, quiebre. El sistema capitalista tiene sus propias leyes, estructura, donde el sujeto no puede promover su iniciativa personal salvo con la condición de salir del sistema. Un empresario o se somete o queda fuera. El antihumanismo no es más que la destitución yoica de la primacía de la conciencia a favor del sujeto dividido. Este sujeto dividido es más humano que el yoico, pero obviamente menos poderoso.

La primacía del significante

Lacan juega con el lenguaje como Joyce o Heidegger de quien parece lo aprendió, construyendo una secuencia que si bien puede ser cuestionada por irracional (Lacan es psicoanalista por lo que cuestionar su teoría de irracional suena a falacia) no puede ser cuestionada por ilógica.

            Todo es interpretación, también el texto de Sebrelli lo es. Hace cortes donde le resulta conveniente y con ello logra construir una lectura particular. Con su texto no hace más que dar razones a quienes reivindican esa postura. Sobre Heideggier: “Su megalomanía lo llevaba a la convicción de ser él y no Hitler el conocedor de lo que debía ser el nacionalsocialismo” [43] “Las causas de este brusco giro en el interés por el psicoanálisis han sido entre otras, el surgimiento de una nueva clase media asomada tímidamente a lo moderno, curiosa por las ideas renovadoras, y la aparición simultánea de publicaciones que las divulgaba en forma trivializada. La frivolidad y el esnobismo, característicos de toda clase en ascenso, las impelía afirmar su estatus con el consumo ostensivo que incluía los consumos culturales, entre ellos, la sesión psicoanalítica. En las reuniones sociales era de rigor preguntarse sobre el analista de cada uno, y aquel que no lo tuviera caía en descrédito.”[44] Las reaccionarias teorías sobre la condición femenina de Marie Bonaparte, Marie Langer y Francoise Dolto hacen pensar que una mujer analista o partidaria del psicoanálisis no es sino una contradicción en los términos, algo así como un judío antisemita.”[45]”Para que Lacan se impusiera como figura estelar hicieron falta sus dones histriónicos, la habilidad demagógica para crear su propio culto a la personalidad y un público muy susceptible a esas aptitudes.”[46]  Estas argumentaciones, ¿acaso no son interpretaciones? La puesta arriba del significante como lo postuló Lacan, permitió romper con el pre-sentido de las cosas, con la certeza y bucear hacia un sentido implícito.

            Si una persona se adjudica una verdad construirá una lógica afín a ella, a veces irrefutable, cosa diferente pensada desde el corte, el punto de capitón, almohadillado, retroacción, que genera un sentido distinto al decir manifiesto. He aquí, una vez más, al yo escindido entre lo que quiere decir y lo que efectivamente dice. Sujeto divido, escindido, el yo se hará responsable de su intención (encubridora) o de su deseo descubierto.

            La primacía de lo simbólico en Argentina está ligada al modo en que se introdujo el lacanismo en Argentina, de cualquier modo, el valor del hecho, acontecimiento, azar, nunca se perdió de vista en el discurso lacaniano, lo que sí, daba estatuto de imposible y entonces la necesariedad de imaginar y simbolizar. Tal como Sebrelli lo hace en su libro, su verdad es producto de su modo de interpretación, quiéralo o no, y por ello el relativismo o perpectivismo que pone en cuestión lo actúa.

            La historia se escribe como una historia de significantes y del modo en que se coloca uno al lado de otro hace que sea oficial o no.  El recorte de las actas, documentos, fotos, films, testimonios, etcétera no nos dirá la verdad absoluta sino un saber posible de esa verdad que siempre será reducida al punto de vista (interpretación) de quien la redacte. San Martín entregó su sable a Rosas, ¿eso lo confina al prócer a ser un nacionalista mazorquero? La izquierda ortodoxa defiende a Sarmiento, la izquierda nacionalista a Rosas, la derecha es rosista, la derecha liberal es sarmientista, castellista, alberdista, morenista.  El planeta Tierra era plano y no dejó de ser una verdad que operó en su época, luego fue redondo pero centro del universo, verdad que también provocó sus efectos y operaciones y así en más.

Un filósofo reflexionó: Si una piedra es arrojada al cielo y esta cae a la tierra un hechicero brujo dirá que la Pachamama es quien llama a sus hijos a su seno y Newton dirá que es por la ley de la atracción de los cuerpos. Seguramente ambos tienen razón en su interpretación donde lo único cierto es el hecho, el modo de leerlo deriva en consecuencias diferentes, pero nada indica que la ciencia que generó Newton sea superior a la operatividad que generó el hechicero, simplemente son dos lógicas que derivan razones diferentes. La lógica del significante es aquella que permite comprender que entregar un litro de leche como si el objeto fuese un litro de leche no significa nada o a lo sumo significa el acto dadivoso, filantrópico, asistencial del estado, de la ONG o de cualquier institución benéfica. Si el litro de leche es solamente un litro de leche no debemos sorprendernos que entonces el beneficiado lo canjee por cigarrillos, pero si el litro de leche lleva alguna significación, es decir, si el objeto cobra valor de símbolo, si el litro de leche es nutrición, desarrollo hormonal, protección al menor, etcétera difícilmente sea canjeado por un paquete de cigarrillo porque el valor del objeto cobra un sentido diferente.

Estamos frente al perspectivismo criticado por Sebrelli. Imposible de negar a la luz de la propia razón que aún buscando fundamentos o esencias no deja de pergeñar puntos de vistas. La irracionalidad no construye el perspectivismo, simplemente lo delata, delata la relatividad de lo racional.

La a-historicidad

            El descubrimiento de Levi-Strauss sobre la ahistoricidad señalado en Tristes Trópicos con relación a los indígenas de las selvas del Mato Grosso y el Amazonas, donde postula la existencia de pueblos sin historia, sostenidos por la nostalgia al pasado que se transfiguraba en el mito de los orígenes es criticado por Sebrelli.  Supone al antropólogo forzando el ejemplo para sostener el romántico mito primordial del eterno retorno del siguiente modo: “Un procedimiento tramposo le permitió a Levi-Strauss ocultar que, ya en aquella época, la civilización había entrado en esas tribus. Luiz de Castro Faría, antropólogo brasileño que lo acompañó en la excursión, dejó notas de campo y fotografías con tomas panorámicas donde se veían cables y puestos de telégrafo, latas de conserva, postes, construcciones religiosas. Las fotografías publicadas en Tristes Trópicos, en cambio, soslayan esos detalles inoportunos y se focalizan en los rostros y los cuerpos indígenas, rodeados de algunos objetos etnográficos cuidadosamente seleccionados. La tardía publicación del libro de Castro Faria –2001- puso en evidencia el fraude de Levi-Strauss.”[47]  

            Del modo en que entendí este concepto, tomado de Delleuze en “En que se reconocen los estructuralistas”, este autor indica que el tiempo de la estructura es un tiempo de actualización. La estructura está siempre ahí (potencia) pronto a actualizarse. En vez de generar una dialéctica del proceso, lo que se impone es una repetición. La clínica psicoanalítica, comprobó en el sujeto uno, aún en la diversidad económica, socio cultural, porta una estructura que se detiene en su retorno a lo mismo. Familias enteras reproducen su  accionar de generación en generación, personas que se han pasado repitiendo durante su vida el mismo error, incluso si cambian autos, o incorporan la televisión color y el teléfono celular a sus vidas.

No es una novedad que en civilizaciones llamadas primitivas por occidente se vea la tecnología de punta inserta, pero también es cierto que ciertas civilizaciones son capaces de adoptar las nuevas tecnologías sin modificar los rasgos esenciales de su existencia. La tecnología muestra lo que es el imperialismo (que está del lado de la razón) al imponer sus medios de producción pero no por ello puede imponer su lógica. Marx suponía que junto a la modernización (modificación de los medios de producción) se generaría un cambio en las relaciones sociales entre los sujetos. Occidente siempre creyó que imponiendo un bastión de cultura occidental en lugares “atrasados” lograría imponer la cultura racional y séptica de occidente (véase Israel, al intento con el Sha Reza Pahlevi, como ejemplos). Lo cierto es que el imperialismo logró imponer la técnica, la tecnología pero no su lógica. Que ésta iba de la mano transformadora de la concepción de mundo y de hombre fue un equívoco.

Un problema de lógicas

Pongamos en consideración una calculadora, instrumento que permite obtener resultados matemáticos. El aparato en si es un invento organizado, sistematizado y armado para su función específica. La calculadora no piensa ni inventa, simplemente responde mecánicamente para lo que fue concebida. Un hombre utiliza una calculadora para obtener un resultado; para ello debe aprender a manejar la forma técnica de ese aparato. Esa acción humana se transforma en el último instrumento que falta para completar la máquina. No hay calculadora sin el ejecutante. El ejecutante puede transformar esa acción en humana si con el resultado obtenido realiza algo, pero un alumno que tiene que sumar, restar, obtener raíz cuadrada, etcétera, sólo pretende el número final que la calculadora da para aprobar un examen. El diseño de ese aparato es solo para eso y no otra cosa, ningún ejecutante utilizará una calculadora para escribir una carta, el ejecutante se somete a las reglas del juego de dicho aparato o no tiene utilidad. Así como algunos utilizan la tecnología con un fin diferenciado que puede estar en torno a la investigación científica, así también hay otros que utilizan la tecnología como fin en sí mismo. El conductor de automóviles difícilmente se pregunte qué hace andar a un motor, resulta más simple y rápido aprender a hacer los cambios, apretar los botones y pedales pertinentes y manejar con música, aire acondicionado y velocidad. Del mismo modo existen pueblos que han sabido de la practicidad de la técnica y de la tecnología sin que les importe el cómo de su creación o el para qué de su sentido filosófico. No es novedad que haya pueblos que hayan incorporado el reloj, el teléfono, el automóvil, el avión, la televisión satelital, etcétera sin modificar en absoluto los valores de su vida, sino que han adaptado a su modo de vivir un aparato, una calculadora. Este es un fuerte indicador para afirmar que los “pueblos primitivos” no son pueblos de imbéciles. Estos pueblos con tecnología de punta son pueblos marginados, de periferia, subdesarrollados de tercer o cuarto mundo tienen esa catalogación por no aceptar la cultura del mercado, por no aceptar las leyes racionales del derecho, por no creer en el dios de occidente, etcétera.  Cabría preguntarse entonces sobre otra posibilidad de pensarlos, no al modo de los calificativos racionales tales como: “bárbaros, salvajes, primitivos” sino sobre el modo en que Levi-Strauss presenta a los pueblos sin historia. ¿Es posible que exista un grupo, comunidad, tribu, pueblo capaz de vivir sin el registro de la temporalidad? Para occidente esto es inaceptable. Pero veamos, algunos pueblos que tienen la tecnología de punta en sus lares, realizan la ablación del clítoris en las mujeres, otros tienen un trato diferenciado con respecto a sus niños y mujeres, otros queman pozos de petróleos, otros no pueden concebir el sistema democrático, otros demuelen patrimonios de la cultura mundial por creencias religiosas, otros promueven guerras santas. Movimientos nacionales en Nigeria del pueblo Yoruba peleados entre sí,  Al Qaeda destruyendo las torres gemelas. Hamas enfrentado a Herztbola y ambos con Al Fataj, shiitas contra sumitas, y todos los ejemplos que podemos obtener de las culturas orientales, hinduistas, aborígenes. Ninguna rechazó la tecnología pero todas rechazaron su producción lógica, lo que Sebrelli llama la razón. El que no adhieran a la razón las transforma en civilizaciones irracionales de acuerdo a la razón de occidente, pero no por ello las hace ilógicas. La humanidad se conforma de sus propias estructuras y todas ellas conllevan una lógica, lo loco para la universalidad de occidente es que aquellas no respondan a una y la misma forma de razonar. La ciencia que genera la tecnología de occidente conlleva una lógica determinada en la razón, ¿acaso es la única lógica? La ciencia es un modo de razonar que implica a una filosofía y a una ética afín a occidente.  El desenvolvimiento de la humanidad en el planeta Tierra deja claramente establecido que la unidad ciencia/ tecnología es únicamente occidental.

La ilógica de la racionalidad

            ¿Desde que lugar tomamos el parámetro de lo irracional? El nazismo es irracional y dado que algunos nazis se identificaron con el niezstchismo, luego ¿Nietzsche es irracional? Heidegger se alinea con el nacional socialismo, además es un filósofo influenciado por Nietzsche, si Nieztsche es irracional, luego, ¿Heidegger también lo es?  El mismo Sebrelli indica que Hitler ni debe haber leído a Niezstche y la poca importancia que el nazismo le dio a Heidegger. Lo que le resulta intolerable a Sebrelli es reconocer que el nazismo es un producto lógico de la razón de occidente. La diferencia existente entre el fundamentalismo oriental y el nazismo radica justamente en que el primero está movido por la fe mientras que el segundo por la razón. Dos límites tiene la razón de occidente, el borde con lo irracional y su propia intensidad que a veces lo lleva a la zona oscura. Los límites de la razón son sus extremos en todas las direcciones. El nazismo es un efecto del sistema capitalista tal como acertadamente leyó Trotsky y es un producto racional. El genocidio judío fue racional, pensado, planificado y ejecutado.

            Si el comunismo es la antítesis del capitalismo, ¿acaso la muerte de los 10.000.000 de personas, vía purgas, delaciones; fue irracional? Por el contrario, fue un producto racional del sistema soviético de Stalin quien puso en marcha el aparato represivo para sostenerlo. Del mismo modo los 30.000 desaparecidos en Argentina, los 10.000 en Chile y todos aquellos que participaron de la reorganización capitalista en América Latina respondiendo a una política establecida desde el centro del Imperialismo.

            El comparativo de estos dos sistemas que responden a una misma y única estructura avalaría posiciones de Levi-Strauss. Cuando Marx planteó que sobre las ruinas del viejo sistema se construirá el nuevo nos deja la lamentable certeza de una repetición estructural.

            ¿En qué se diferencia el incipiente capitalismo del actual pos industrial? Invasiones con muertos sin culpas, marginaciones, hambruna, explotación, destrucción del medio ambiente, etcétera. Sebrelli habla de las mejoras logradas gracias a la democracia capitalista: antes la jornada de trabajo era esclavista, hoy gracias a la racionalidad se logró la jornada de 8 horas pero los magros ingresos obligan a doble trabajo, por lo que hoy se trabaja igual que antes 16 horas. ¿Hay salud pública en Argentina? Hoy no está siquiera jerarquizado el médico, solo algunos privados obtienen un ingreso equiparado a lo digno. La famosa copa de champaña que profetizaba Cavallo, jamás derrapó porque el capitalismo es una copa sin fondo.

Ni Hitler, ni Stalin, ni Videla son inocentes, si frente a estos asesinos la posición subjetiva de Strauss, Lacan, Faucoult es apolítica, que vaya a cuenta de ellos su capacidad de compromiso, llegaron hasta donde pudieron. En nuestro libro anterior intentamos dar una solución al sujeto y la estructura demostrando el pacto narcisismo/ poder (otra vez Freud), lo que transformaba al sujeto en inhumano. El verdadero antihumanismo es el capitalismo que labora con supernumerarios a favor de la cosa. A la cosa solo se le puede anteponer una fuerza social como propuso el comunismo pero a condición de cambiar radicalmente la lógica racional de evolución y progreso, cosa a la que no aspiró.

De Ovnis

            Hablemos de ovnis aunque a Sebrelli le parezcan temas excatedra de la filosofía. Cuando el presidente de los EE.UU. Ronald Reagan y otros autores de ciencia ficción profetizaron la unión de la humanidad si el planeta era atacado por seres alienígenos, caían en el error lógico de creer que toda humanidad es pensante racional al modo occidental. Por un lado, si el temor es la invasión, los extra-terrestres (terrestres extraordinarios) ya están en la tierra y somos los seres humanos. Al fin y al cabo lo más antinatural para la especie animal, vegetal, mineral es la raza humana. En nombre de la dignidad del trabajo y de que el trabajo transforma la naturaleza; el hombre está destruyendo el planeta: cambios ecológicos, muerte de miles de especies, modificaciones de costumbres naturales por artificiales, el calentamiento global, la pérdida de la capa de ozono, son nuestra producción que enfrenta, como reacción, las catástrofes de un cuerpo vivo que se defiende. Somos los invasores de la naturaleza de nuestro planeta.

            Aún si fuéramos invadidos por seres de otros planetas como lo pretendía el expresidente, ¿por qué Reagan cree que la raza humana se unirá? Que les puede importar a los pueblos hambreados de África, Asía y la India el cambio de amo que en vez de ser rubio y de ojos claros, será verde y de ojos chillones. La unidad del ser solo existe para la ratio occidental.

            Finalmente Sebrelli se pronuncia a favor de un neo humanismo como negación al antihumanismo del estructuralismo. En verdad la negación al humanismo por parte del estructuralismo es la negación al humanismo positivista.

El logos

            ¿Cómo definir el racionalismo? Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía abreviado [48]nos instruye: “El vocablo racionalismo puede entenderse de tres modos. 1) Como designación de la teoría según la cual la razón equiparada con el pensar o la facultad pensante es superior a la emoción y voluntad; tenemos entonces un racionalismo psicológico. 2) Como nombre de la doctrina para la cual el único órgano adecuado o completo del conocimiento es la razón, de modo que todo conocimiento verdadero, tiene origen racional; se habla en tal caso de racionalismo gnoseológico o epistemológico. 3) Como expresión de la teoría que afirma que la realidad es, en último término, de carácter racional; este es el racionalismo metafísico”. “Durante los siglos 19 y 20 se han producido muchos equívocos en torno a la significación de ‘racionalismo’ por no precisarse suficientemente el sentido del término. Muy común ha sido combatir el racionalismo clásico e intentar integrar la razón con elementos que usualmente se consideran contrapuestos a ella, como la vida, la historia, lo concreto, etc. Es importante hacer constar que en oposición al racionalismo clásico coinciden la mayor parte de las tendencias contemporáneas; por lo tanto, no sólo el irracionalismo, existencialismo y otras tendencias declaradamente opuestas al racionalismo moderno, sino también el empirismo, positivismo, analitismo, etc., que se consideran a sí mismas como fieles a la tradición racionalista. Puede decirse que en la época actual surge un nuevo concepto del racionalismo, lo que vuelve a probar que, tanto sistemática como históricamente, es poco apropiado definir el vocablo ‘racionalismo’ de un modo univoco.”  Veamos ahora como define razón: “1) Se llama razón a cierta facultad atribuida al hombre y por medio de la cual se le ha distinguido de los demás miembros de la serie animal. Esta facultad es definida usualmente como la capacidad de alcanzar conocimiento de lo universal, o de lo universal y necesario, de ascender hasta el reino de las ideas, ya sea como esencias, ya como valores, o ambos. En la definición: El hombre es un animal racional el ser racional es estimado como la diferencia específica. 2) Se entiende la razón como equivalente al fundamento; la razón explica entonces por qué algo es como es y no de otro modo 3) Razón se define a veces como un decir. Con frecuencia se supone que este decir (logos) se funda en un modo de ser racional.” Siguiendo a Ortega y Gasset concluye: “La razón no es heterogénea a la vida, ni tampoco idéntica a ella: es un órgano de la vida que puede convertirse en el órgano de toda comprensión. Las repetidas lamentaciones acerca del fracaso de la razón pueden entonces ser justificables sólo en tanto que fracaso de un determinado concepto de razón.” El término razón se funda en la palabra logos que entre sus acepciones quiere decir lógica: “Por un lado (Aristóteles) la concibió como introducción a toda investigación científica, filosófica o perteneciente al lenguaje ordinario; por eso la lógica no es una parte de la filosofía sino a lo sumo el pórtico de entrada a la filosofía. Por otro lado la lógica aparece como el análisis de los principio según se halla articulada la realidad; en algunos casos la lógica de Aristóteles parece seguir el trazado de una ontología. “Más adelante enumera las distintas lógicas existentes: “La lógica empírica, la lógica metodológica, la lógica gnoseológica, la lógica metafísica, la lógica fenomenológica, la lógica nueva o logística.”

Como se observa ni el racionalismo ni la razón ni la lógica responden a un mismo y único parámetro. Hay varias maneras de pensar cualquiera de estos términos y se trata aquí de ubicar el punto de encuentro entre ellos. Una lógica fundada en la fe no es igual a la razón medieval que trató de acompasar ambos criterios y del que luego pudieron divorciarse. Una lógica fundada en la fe genera un modo de racionalidad no racional para occidente. El esfuerzo por encontrar universales no es privilegio de occidente, pero los universales hallados no son los mismos para las distintas lógicas que generan al final paradojas: “Etimológicamente significa contrario a la opinión, eso es, contrario a la opinión recibida y común. A veces se usa paradoja como antinomia. Existen a- las paradojas lógicas, 1) paradojas de clases 2) paradojas de las propiedades, 3) paradojas de las relaciones y b- las paradojas semánticas. En estas últimas encontramos la famosa paradoja “miento” resuelta por los lingüistas en la separación que existe entre el sujeto del enunciado y el de la enunciación. Los malos entendidos entre las naciones pueden considerarse como una paradoja todas las naciones del mundo se comunican racionalmente siendo lo racional el modo lógico que cada una aplica para entender esa razón, de modo tal, que lo comunicado es malentendido por otra, dado que el modo de recepción del mensaje vuelve convertido por su propia lógica.

La lógica fideista determinó al final que dios es Uno, esto es universal, sin embargo ese Uno no es el mismo para todos. Por lo tanto las grandes religiones de la humanidad son monoteístas a condición de tolerar el politeísmo que las aúna. En conclusión; la razón de occidente es el modo final de la lógica pórtico de la filosofía, pero las lógicas de la humanidad no concluyen en la razón occidental.

Tampoco se trata de tolerar la diferencia, se trata de una vez por todas de aceptar la diferencia como valor universal. Tal vez la lógica del significante que postula Lacan sea un pórtico para la comprensión de lo particular diferenciado que es lo que nos permite acercarnos al otro, no desde nuestra tolerancia (la cara enmascarada de racismo) sino desde nuestra re-signación (resignificación) del universal que es finalmente la propia diferencia.

Grondona termina su clase indicando que occidente ganó. Esa sentencia no es más que una tautología. Su frase debería redactarse como: occidente gano de sí, para sí y contra sí imponiendo la razón sobre la propia razón. De otro modo, ¿cómo explicar que occidente impulso la imposición de la razón a la fuerza? Todavía hoy, guerras mediantes, se cree que impartir tecnología implica colegir racionalidad. El mundo muestra claramente que occidente es minoría y que no impone nada, avanza sobre sí misma dando muestra de su diferencia, mientras otros pueblos, otros mundos avanzan sobre la fe, la espiritualidad, y valores que occidente también toma a su modo, (los incluye en el mercado), meditación trascendental, yoga, hinduismo, etcétera, pero que al igual que aquellos con la tecnología, nosotros lo incorporamos como técnicas o modos para vivir mejor bajo la égida de la razón de occidente.

La negación dentro de la negación 

            Hegel creyó obtener la última negación que le permitió construir los universales de sujeto, de estado, y colocó a dios como ex_ sistente pero activo en cuanto a seguir como sostén de la ética y moral de ese hombre logrado, Marx denunció que los opuestos no habían acabado, faltaba todavía aquel que el propio sistema capitalista promovía por lo que ni el hombre ideal de Hegel, ni su estado, ni su manera de definir el fin de la historia anulaban la continuidad del pensamiento. Marx sostuvo la dialéctica hegeliana en su método y como se enseña invirtió la lógica hegeliana idealista en materialista. El método de análisis marxista tiene sus bemoles, pero sin duda sigue vigente. La pregunta necesaria aquí es por la falta de dialéctica y de materialismo de ciertos marxistas empeñados en seguir leyendo el siglo 21 como lo leyó su creador en el 19. Demasiado stanilismo o dogmatismo para el pensamiento.

            Marx dedujo que la nueva negación al sistema creciente era el proletariado, la historia se encargó de desmentir en parte tal afirmación. Los determinismos del marxismo se cristalizan y se rompen frente a la nueva situación social. El obrero confirmó en su andamiaje histórico su deseo de pertenecer a la burguesía más que modificar un sistema para el nuevo hombre idealista denominado “comunista”. Desde el marxismo no podemos decir que falló la realidad sino que algo en el aspecto teórico no dio con el proceso que advenía. La contradicción proletariado-capital no fue absoluto y solamente coyuntural y parte de lo que ocurrió. Se puede seguir el método marxista para tratar de observar las contradicciones y desde éste repensar los medios de producción que son el eje de la distribución de los opuestos. El crecimiento de los medios de producción dieron prevalencia a los nuevos medios de comunicación, estos en un momento fueron de utilidad para detener el proceso de los opuestos generando un cultura del deseo burgués, incluso en aquellos que “deberían” rechazar dicho deseo. Pero con el crecimiento de la tecnología, el desarrollo de la informática, de la robótica, de la genética modificó sustancialmente el escenario de los contrarios, haciendo que los medios de comunicación ya no sólo estuvieran al servicio del freno del proceso mecanicista y se pusieran al servicio del embrague de las nuevas contradicciones. El sector burocrático de servicio se amplió, la mano de obra de la época de Marx se sustituye por mano especializada y por computadora y robótica haciendo cada vez más elevado el número de desocupados y  la cercanía de un nuevo problema (contradicción) el tiempo ocioso improductivo del hombre. La genética innova la vida de manera asombrosa dejando al hombre y la mujer en lugares diferentes y novedosos frente a los conocidos. El reconocimiento de la diferencia obtura la contradicción como proceso evolutivo y por el contrario lo consume, se trata de incluir contrarios no de establecer luchas entre ellos.

            El sistema rearma su construcción y se reproduce no hacia el comunismo y mucho menos a la lucha de clases, pero sin duda mantiene la dialéctica del proceso hacia nuevos lugares y espacios aún no conocidos. Dentro de estos movimientos donde el capitalismo ha sabido zanjar sus fisuras provocando otras nuevas ha tenido como virtud absorber las contradicciones en su favor y hacerlas funcionales al sistema. Mucho le costó a la burguesía entender al sindicato que en su origen anarquista parecía el arma ideal del proletariado para disolver al sistema. Sin embargo, y luego de casi 100 años de lucha, es el mismo sistema el que entiende la razón de su funcionalidad. El sindicato o los gremios fueron el modo más económico de detener la contradicción de clases. Obligados a una representación colectiva cada vez más grande, puesto que ello le daba mayor poder para enfrentar al poder, surgió del mismo una contradicción propia y no observada desde el marxismo. Lo que se supo llamar burocracia no fue sino la reproducción dentro de una organización gremial del mismo sistema que supuestamente se debía combatir. El dirigente gremial no sólo se transformó en un representante del desposeído o explotado sino que además comenzó a generar dentro de su organización recursos sociales tales como camping, servicios médicos, construcción de viviendas, etcétera que lo transformó en un burócrata funcionario. Con la salvedad de los gremios pequeños, llamados aún combatientes, los gremios grandes construyeron una burocracia donde este buró paso a tener empleados a su cargo, donde llegó a tener la necesidad de despedirlos por razones laborales o presupuestarias, y donde para cumplir con sus obligaciones como representante tuvo que empezar a utilizar medios de vida que asemejaban a su enemigo: compra de autos, viajes en avión, viajes al extranjero, etcétera. La época romántica de los anarquistas quedó eliminada. Los trabajadores dejaron de ir al gremio para hacer el diario, el café, la reunión y se dejó en manos de sus representantes esas tareas. El burócrata pasó a ser un empresario de trabajadores que se junta con los patrones y negociaba el status quo. “Si no querés huelga pasa el 20”, este veinte se negocia, la clase obrera sigue explotada, el burócrata mantiene sus recursos propios de la organización y todo sigue igual. 

            Lo que destaco de este análisis es que la dialéctica marxista debe ser cuestionada en su lectura hegeliana y mecanisista. Marx también creyó que el fin de la historia advenía, que el nuevo hombre advenía y que el estado ideal se transformaría en el estado sin estado. Su lectura fue hegeliana y humanista. Lo que no menoscaba su método como análisis pero necesariamente implica su revisión. Los opuestos no son únicos, los opuestos generan sus propios opuestos, y en esto la construcción rizomática de la sociedad debe ser revisada. La negación a un sistema conforma a su vez nueva negaciones, lo paradójico o no mecanisista es que a veces la nueva negación es la confirmación de la primera. Además no hay determinismos posibles en esas negaciones de la propia negación. Marx creyó concebir negaciones promovidas por fuerzas sociales, lo que se observa hoy en día es que una fuerza social cnlleva negación de la negación dentro de la misma.

Trabajo Social

            Llegado a este punto cabe preguntarse la utilidad de lo expuesto para el trabajo social.  La complejidad vista como conjunto de elementos afines referentes y aferentes que juegan en la cosa hace imposible su abordaje si no se construye una posibilidad teórica de lectura. Se hace teconología o ingeniería sobre la cosa promoviendo una contradicción o negación dentro de la negación que el trabajo social intenta combatir. Ubicarse dentro de este aspecto técnico es seguir siendo funcional al objeto que se cuestiona paradójicamente alimentandolo más. La complejidad puede ser interpretada como el dibujo o elefecto de las lógicas paralelas. Propongo como hipótesis que la realidad aparece compelja allí donde los meanismos que la ordenan generan contrarios dentro del contrario no en búsqueda de “síntesis superadoras o paradisíacas” sino abriendo rizomas permanente sin predetermianción ni fin previamente establecido. Que la construcción de los contrarios dentro de los contrarios son lógicos, pero de una lógico no afín a la lógica predeterminada, por lo que construye respecto al desarrollo lógico original una paradoja. El modo de desciframiento de la paradoja, hasta hoy, podría ser auiliana por la lógica del significante.  

Las diferencias de lógicas llevan a las naciones a acuerdos que terminan siempre “interpretados” por las lógicas originarias. En verdad los encuentros entre naciones -traductores mediantes-,  no garantizan más que entendimientos paradójicos. Más aún,  ¿occidente no hace lo propios con sus entenderes, incluso si utilizan la misma lógica? Entre instituciones, ¿no hacen lo mismo con sus modos de acuerdo? Finalmente, la gente común,  ¿acaso no aplican la lógica de occidente atravezada por la subjetividad?  Dicho de otro modo, el encuentro con el otro es un encuentro con su propia lógica subjetivizada y vemos en la lógica del significante la posibilidad de recrear un posible comprender, aún paradójico.

            El trabajo social debe apoyarse en la diferencia, en la paradoja como modo lógico de comunicación. Estudiar la lógica del significante puede ayudar a descifrarlas. El lazo social no es un relativismo, tiene genéricos propios de la cultura occidental que permiten evaluar el uno a uno. Puede diagnosticar saliendo del relativismo acomodaticio que denomina “situación actual” por un modo teórico que dé comprensión y lugar al colega y a otras ciencias. Saul Karsz lo escribe con más claridad: “Sostener la emergencia del sujeto, proteger el espacio de lo singular, no excluye la existencia de series, de séquitos, de conjuntos: ¡de lo contrario, cada nueva situación sería tan ra5dicalmente inédita como literalmente incomprensible! La serie abre la posibilidad de forjar conceptos, definiciones, los cuales poseen por fuerza un alcance general.”[49] La irracionalidad como modo de ensayo “de la lógica de la sin razón”, permiten al profesional salir de su ceñido cinturón connotado de moralina más que de cientificidad. 


[1] Las citas que vendrán a continuación pertenecen al libro del J.J. Sebrelli: “El olvido de la razón”. Editorial Sudamericana. Bs.As. 2006.

[2] Página 10

[3] Pág. 238

[4] Pag.21

[5] pág. 35

[6] Pág. 51

[7] Pág. 89

[8] Pág.93

[9] Pag.132

[10] Pág,149

[11] Pág.170

[12] Pág.165 y 171

[13] Pág.221

[14] Pág.242

[15] Pág. 246

[16] Pag.250

[17] Pág.255

[18] Pag.262.

[19] Pag.200

[20] Pág.305

[21] Pág. 25.

[22] Pag.27

[23] Pág. 29.

[24] Pág. 56 y 57

[25] Pag.62

[26] Pag.90

[27] Pag.121

[28] Pág. 106.

[29] Pág. 169

[30] Pag.183

[31] Pag.221

[32] Pág. 224 y sgtes.

[33] Pag.211 y subsiguientes.

[34] Pag.258

[35] Pag.323

[36] Pag.324

[37] Pag.325.

[38] Pág. 160

[39] Pág. 326

[40] Pag.212

[41] Pag.215

[42] Pag.272

[43] Pág. 103

[44] Pag.142

[45] Pag.177

[46] Pag.269

[47] Pág. 209.

[48] Ferrater Mora, J.: “Diccionario de Filosofía Abreviado, Sudamericana, Bs. As. 1.977

[49] Karsz, S.: “Problematizar el trabajo social. Definición, figuras, clinica. Gedisa ed.  España. 2007. Pág.159

La fuerza social

 

La Fuerza Social 

En nuestro libro anterior indicamos la existencia de fuerzas sociales capaces de producir modificaciones y conflictos en las configuraciones, esto nos permitió aseverar que no todo conflicto social era parte de una patología. “La posibilidad de abarcar un objeto de estudio nos permite no tornar patológica a toda la sociedad. Cuando un trabajador social se encuentra encerrado en la problemática familiar o individual, generalmente recurre a la solicitud de exámenes psicológicos como modo de ampliar su percepción diagnóstica, pero además, como una modalidad falsa de interdisciplina. Tener nuestro objeto nos permite diferenciar que no todo el mundo está enfermo sino que puede ser que una vivencia intrasubjetiva no articule con la inter y transubjetiva. Siendo así, no siempre es por patología o anomia (el conflicto) sino por una desarticulación propia de la bisagra entre los representantes (de la razón social con el de la configuración).[1]

Si sobre un estanque se arroja una piedra, ésta generará pequeñas olas hasta que la resistencia de la masa acuática vuelva a su estado de equilibrio. Si por el contrario, un meteorito cae sobre el estanque, éste desparramará todo su contenido y modificará su estructura de estanque a cráter. Del mismo modo que el meteorito, existen fuerzas capaces de modificar estructuras sociales.

Existen fuerzas sociales que engloban a la sociedad en su conjunto. Nos parece pertinente utilizar como ejemplo a la última dictadura militar. Definimos su fuerza social no por los actos que realizó: secuestros, violaciones, torturas, muertos, desaparecidos, robos de niños, robos en general, sino por su eficacia social de terror y falta de comprensión de lo que ocurría. La población reaccionó a la fuerza social de muchos modos: yéndose del país, escondiéndose, humillándose, sometiéndose, hasta dio con los significantes que pudieron sostener a algunos: “algo habrán hecho”; “por algo será”, frases para tolerar una fuerza que nadie, en su sano juicio, podría aceptar. Todas esas maniobras populares pueden considerarse como la manera de supervivencia ante la masacre.[2]

Tenemos fuerzas sociales que remiten a un grupo social y que inciden en la sociedad toda como ser los grupos sexistas. El impulso inicial del feminismo primero y luego de todas las corrientes no heterosexuales impuso su norma social generando, con enorme esfuerzo y sacrificio, la aceptación social de las diferencias sexuales.

Otras fuerzas sociales se producen en contextos más limitados. Las detonaciones en la Embajada de Israel, la AMIA, las torres gemelas en EE.UU. produjeron un clima atónito, de incredulidad, falta de sentido, irracionalidad. Los casos Blumberg, López, Gerez, generaron una fuerza social. Los ejemplos nos permiten colegir que la sociedad genera fuerzas, algunas beneficiosas y otras no tanto. Una barra brava en el fútbol puede imponer su fuerza social negativa y hacer que un evento se suspenda. A toda fuerza social le es inmanente contra fuerzas sociales, presentándose como choque de intereses.

Fuerza social, clima y contagio.

                Diferenciamos el concepto “clima” de fuerza social. Clima es una sensación colectiva  ante determinadas situaciones. Quienes han participado de eventos masivos como un partido de fútbol pueden reconocer, sin dificultad, la incidencia que tiene el público en el desarrollo del juego. Los actores de teatro se han manifestado sobre las reacciones del público en una obra y el modo en que ello incide en la actuación. El efecto que produce ver un recital en vivo, diferente a seguirlo por televisión. El fenómeno que detectamos es de clima y contagio, más, si bien toda fuerza social está nutrida de un clima no todo clima colectivo implica la aparición de una fuerza social.

Fuerza social y moda

            Tampoco concebimos a la moda como una fuerza social. La moda tal como la distinguió una colega se diferencia de una tendencia en lo contingente y poco duradero. Los ejemplos sobre el piercing o el tatuaje remiten a una moda, la razón que mueve a los jóvenes a realizarlo tal vez sea una tendencia. Si la tendencia se verifica y además se carga de contenido tal vez ello de origen a una fuerza social.

Trauma y traumatismo

A veces el efecto de la fuerza social es destructivo para unos y constructivo para otros. Nos valdremos de un ejemplo no muy feliz aunque ayuda en la explicación. Si una persona es violada física o mentalmente se considera que ha padecido de un trauma. El problema del trauma freudiano radica  en el descubrimiento de fantasías reprimidas muchas veces confundidas con el hecho. Esto permitió al psicoanálisis salir de la búsqueda de la “veracidad del hecho” para abocarse al suceso psíquico. Definió trauma y traumatismo del siguiente modo: “Trauma: Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad del sujeto a responder a él adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica. En términos económicos, el traumatismo se caracteriza por un aflujo de excitaciones excesivo, en relación con la tolerancia del sujeto y su incapacidad de controlar y elaborar psíquicamente dichas excitaciones”.[3] Nosotros elaboramos una diferencia: llamaremos trauma al hecho o acontecimiento en sí que genera los efectos que dan la significación anterior y por traumatismo al trauma significado.[4]

En Trabajo Social conocemos que la violación psíquica o mental no siempre es producto de la fantasía, accedemos las más de las veces al hecho real, por lo que sugiero adoptar la semántica dando valor en el concepto “traumatismo”, ya sobre el hecho nada se puede hacer, más algo se puede percibir de ese significante introducido a la fuerza en el sujeto.  El significante que ingresa en la situación traumática carece de par, se hace imposible de significar, es un ruido nuevo incorporado en la psiquis del sujeto sin saber dónde ubicarlo, con qué emparentarlo, a qué remitirse para darle cabida y metabolización. La tarea terapéutica, justamente, intenta producir al menos otro significante que pueda generar alguna significación, aún nefasta, pero que permita al sujeto poder ubicarlo dentro de la gama de significantes conocidos para no caer en estados patológicos, imposible de tratar con medicamentos.

La fuerza social destructiva es un acto con un solo significante, enunciado de manera imperativa que impide la posibilidad de comprensión. Cuando decimos acto, expresamos más que lo fenomenal su efecto premeditado; generar terror y falta de lógica como es en el caso de la dictadura. En ese sentido, se diferencia de la fuerza social productiva porque, aún ingresando violentamente, lo hace con al menos dos significantes o, para decirlo en llano, ingresa con discurso, argumento, permitiendo a la gente oponerse o acordar. Puede producir confusión, desconcierto y, a medida que se metaboliza, ésta fuerza tiene adherentes o adversarios[5]. La fuerza social destructiva se produce cuando falta el sentido, generando el terror, la vacuidad, la angustia; mientras que la fuerza social positiva se produce cuando el ingreso abrupto de la novedad o cambio viene significado.

En nuestro trabajo anterior, remitidos al poder,  hicimos una diferenciación entre cambio y evolución indicando que la evolución se producía por la imposición de la fuerza activa sobre la pasiva, mientras que el cambio era el cambiar una cosa por otra sin que supiéramos el resultado al que advendrá[6]. Ahora estamos en condiciones de indicar una nueva diferencia; las configuraciones (estructuras) evolucionan o se cristalizan producto de las fuerzas del poder y de la función paterna, mientras que son fuerzas sociales las que promueven los cambios. Con esta definición cuestionamos el rol del trabajador social como agente de cambio, el trabajador social es un acompañante activo en los procesos evolutivos o involutivos de los agentes con quienes actúa.

Los cambios generados por la fuerza social pueden producir una norma normatizante que, por anticipada, se entiende como iatrogénica o como una anomia creativa. Ambas pueden transformarse en normas normativas, para el caso de la fuerza social productiva y para el caso de la fuerza social destructiva, en anomia iatrogénica.

Veamos ejemplo de lo señalado: el estado deslinda responsabilidades respecto a las barras bravas del fútbol. Por omisión, produce una norma que aún normativa es iatrogénica generando una fuerza social destructiva. Cuando los Juzgados de Menores de Mendoza obligaban a los niños menores de dieciocho años a contraer matrimonio sostenían, con su norma normatizante, una norma iatrogénica generando una fuerza social destructiva. En casos como el de Evangelina[7], recaerá en las instituciones el peso de la fuerza social destructiva, en casos como el de Pedro[8], la fuerza social destructiva recae sobre su grupo familiar. El teléfono celular modificó la norma social de convivencia evaluándose como fuerza social productiva. El divorcio fue una necesidad social sentida que presionó como fuerza social positiva para modificar las situaciones que, de hecho, se producían en la sociedad. La informática, la biogenética, las comunicaciones satelitales producen fuerzas sociales, aún desconocemos sus efectos aunque sí las reacciones sociales.

                                   Cambios sociales

 Fuerza social positiva                                          Fuerza social negativa

 

                                     Producida por:

 

Norma normativa       Anomia creativa      Anomia iatrogénica     Norma iatrogénica

 

                                      Generando:

La fuerza social y el conflicto social

            Las fuerzas sociales se filtran en las configuraciones[9] y no siempre son esperadas o deseadas por las estructuras que ya han logrado un determinado equilibrio. Este equilibrio puede ser roto por estas novedades sociales produciendo lo que denominamos grupos en crisis ocasional. El tatuaje y el piercing son modas identificatorias de una generación. Más de una vez nos encontramos con familias donde los adolescentes de súbito, tatuados o llenos de colgajos, muestran una fuerte oposición a la tradición o cultura familiar. Esta rebeldía, esperable del adolescente, no siempre es bien interpretada por los progenitores que, instalados en padres de niños y prepúberes, colisionan sin entender la modificación producida en la familia por la sociedad. En ocasiones una adolescente se queda embarazada, la familia reacciona mal en razón a que su cultura, honor y tradición se han visto mancillados. La familia puede optar por el aborto, por tenerlo y criarlo o dar el niño por nacer en adopción. Pero a veces las soluciones elegidas no palean el dolor, la mácula, la vergüenza, la desilusión que el acto en sí ha provocado. Puede ocurrir un accidente que deje a un miembro familiar activo en discapacitado o una muerte o un suicidio o un familiar preso o que pierde el trabajo; todos estos ejemplos deben evaluarse no desde el hecho en sí, sino desde la connotación social que apareja dolor, vergüenza, odio, impotencia, etcétera, al grupo familiar que ante la novedad, no sabe cómo funcionar y entra en crisis. Los últimos ejemplos remiten a los denominados casos Grupos en Crisis Ocasional o Grupos Descabezados[10] y consideramos no estar frente a una patología sino a un desajuste temporal en el proceso constructivo del grupo.

Fuerza social;  su génesis.

            A los fines de poder diferenciar un fuerza social de un clima, moda, contagio, etcétera; colegimos cuatro elementos: el empuje, la existencia de un interés, el otro prójimo (que dicho de manera vulgar significa “el qué dirán”) y el objetivo o fin.

1-                   El empuje lo puede producir la sociedad como un todo, o las Organizaciones Institucionales representantes del Estado, las configuraciones y el sujeto.

2-                   Para promover una fuerza social debe haber un interés que atrape a un conjunto de personas o el confluir en un conjunto de intereses, como ser económicos, políticos, culturales, comunitarios. El interés puede ser un producto natural o artificial. Las reacciones populares en Entre Ríos contra las papeleras de Botnia o las manifestaciones populares en Alvear contra la explotación de minas, son ejemplos del interés natural. Un interés artificial puede ser creado por el mercado con fines determinados, como ser: hoy una fuerza social negativa es la inseguridad, como efecto de ésta, el shopping se ha transformado en el lugar más seguro para que los niños puedan andar entre sí solos. 

3-                   Pero el interés colectivo necesita de un efecto rebote que lo consolide, que la opinión pública haga eco del mismo, a favor o en contra. Si carece de esa resonancia no hay fuerza social. El reclamo aborigen en nuestra Argentina cobró significado cuando algunas organizaciones hicieron eco de aquellas. Mucho antes existieron los reclamos que no eran sociales porque la sociedad no daba acuso de recibo de aquellas. Respecto a los ejemplos anteriores, la muerte de un niño, el suicidio, la desocupación, el embarazo son temas con interés social que hacen eco en el “qué dirán social”. Si cada uno de aquellos actos fueran solipsistas no generaría problema social alguno, tan sólo la crisis individual del sujeto afectado. Pero en tanto atañe a una institución social, como en los casos señalados que se hacen públicos, la resolución familiar atañe al conjunto social y este conjunto juzga, aún que no juzgue. Es decir, hace juicio aunque sea en el imaginario social del mismo grupo familiar.

4-                   Podemos colegir, pues, dos objetivos en las fuerzas sociales: uno destructivo y otro productivo cuyo fin es, para la primera una acción regresiva de la sociedad y para la segunda una instancia progresiva.

5-                   La fuerza social no es una sola se producen de maneras simultáneas colisionando entre sí o enredándose sin que generen necesarias modificaciones entre ellas. Fuerzas sociales de clases, de géneros, de ideologías, de políticas sociales o económicas, conforman un universo rizomático.

            De cualquier modo esta gnoseología de la fuerza social es propia del ámbito de la sociología. Para el trabajador social es imperioso saber que existe y afecta sobre el lazo social que afecta al individuo y su configuración social. Del mismo modo, la afectación sobre la estructura de personalidad o de la estructura del sujeto entra en el ámbito de la psicología y del psicoanálisis.  Sea que la afectación sobre el individuo lo lleve a zonas oscuras y desconocidas de su ser, sea que no pueda adaptarse a las novedades sociales, el hecho es que ese uno, en su debilidad, crea efectos de conjunto y a su vez, el conjunto los hace resonantes en el mutuo atravesamiento. Sobre ese desajuste ingresa el Trabajo Social, sobre la operatividad y afectación que la configuración manifiesta, vía lazo social.            

El desarrollo del concepto fuerza social nos ha presentado una novedad: Si la afectación y operatividad son dos variables propias de la definición del Lazo Social y la fuerza social se mide sobre esas variables; ¿estamos frente a una contradicción respecto al objeto de estudio?; ¿el lazo social es la fuerza social? Si no es una contradicción; ¿dónde ubicamos a la fuerza social dentro del desarrollo teórico? 

Las dos variables en cuestión rigen para el diagnóstico específico y la inclusión de la fuerza social dentro de este desarrollo nos permite mayores precisiones.

OBJETO DE INTERVENCIÓN              

Redefinimos el objeto de intervención. Ya no se hablará más de conjuntos, el conjunto A es el objeto de intervención. El conjunto A representa a la configuración con la que tratamos. A la derecha se encuentran los objetos al que se ligan y sobre el cual medimos al objeto de intervención. En lo que otrora era el conjunto B tenemos: para el primer nivel diagnóstico, los indicadores que implican lo propio y los objetos externos, escolaridad, trabajo, etcétera. Al trabajador social, a la institución que el representa, a todas las instituciones intervinientes. Para el segundo nivel diagnóstico ubicamos a la Fuerza Social incidiendo sobre la configuración, sobre los indicadores y a la vez,  generando la fuerza del poder que exógena a la estructura se adhiere a ella como parásito. Esto último nos permite redefinir el origen del Poder en el Lazo Social. En nuestro libro anteror indicamos “Cada vez que un grupo funda una organización, los miembros desligan de sí parte del monto narcisista que conllevan haciendo confluir ese monto a un espacio común al que luego catectizarán como lo creado por el conjunto (los yoes se configuran en un nosotros). El monto de energía entregado forma la organización, que investida de libido, construye la pertenencia y pertinencia a ese lugar man (común) ado. Al mismo tiempo que un monto de energía va hacia la creación de la organización y a la catectización de esta, queda un resto de aquella, desligada y autónoma aunque funcional y parásita de la misma que denominamos poder.”[11]; ahora podemos simplificar la afirmación y decir que cuando se crea una organización el yo entrega parte de sí a un proyecto mancomunado que origina el nosotros, otro monto queda en el yo y un tercero se proyecto a lo social como ideal de la organización. Este ideal se afianza en la Fuerza Social ya sea para confirmar o combatir el proyecto y esta fuerza retorna como poder a la organización. Con este esquema podemos precisar de mejor manera el diagnóstico específico, ahora no sólo mide la manera de introyección del lazo sino que lo mide en relación directa a la afectación y operatividad que genera en él las fuerzas sociales. Su capacidad de absorción, asimilación, adaptación y modificación a ellas, no dará el indicio del modo estructural de la configuración. El afuera con el que hace vínculo nuestro objeto no es nuestro objeto de intervención sino nuestro objeto referencial. El vector X es el lazo social existente. El lazo creado previamente por la cultura que se recrea en los aquí y ahora de los singulares, efectores de dicho lazo en su particularidad. El vector a representa lo real, el hecho o acontecimiento y atraviesa lo visible o manifiesto porque allí se oculta y, a la vez, allí se muestra.

Si en el desarrollo de un caso nos encontramos con que la difuncionalidad no es de la configuración que abordamos sino de la Institución que no responde a la demanda de nuestro objeto, tal como señalamos en la página 35, y en caso de querer continuar la investigación, debemos cambiar el objeto de intervención y colocar a la O.I. de que se trate en dicho lugar. Lo propio si nuestro objeto de intervención es la familia y detectamos que el conflicto debe ser abordado desde lo marital, es decir desde pareja reubicamos a aquella como el objeto de intervención y al resto de la familia la desplazamos a la derecha. De este modo, el corte en el objeto de intervención queda, así lo esperamos, más precisado.

            A modo de síntesis indicamos que al encontrarnos con conflictos leemos:

Para el diagnóstico general:              el choque de lo imaginario con lo simbólico

                                                                promovidas por:

Para el diagnóstico específico: el choche entre la fuerza Social y la estructura

                                                                     Gestando:

                                                                Normas operativas

                                                                anomias creativas                                                 

                                                                anomias iatrogénicas

                                                                normas iatrogénicas

                                                                    de acuerdo a

Para el diagnóstico diferencial:         el declinar de la función paterna

                                                      el autoritarismo de la función paterna 

 

En todos los casos, las fuerzas constitutivas del poder se desligan y dividen en los continentes existiendo siempre predominancia de la fuerza reactiva sobre la activa. En todos los casos, la función paterna debe ser evaluada como disfuncional (lazo social fallido), no funcional (lazo social roto) o a-funcional (lazo social inexistente).

 

Nueva definición del Lazo Social.

            Redefinimos el concepto Lazo social como el elemento que mide a la función paterna con relación a las fuerzas del poder considerando la afectación de las fuerzas sociales  sobre lo individual y el modo individual de operar sobre lo social generando tipos de configuraciones.

 

El sujeto vocero no es el objeto de intervención

En el Lazo Social I se lee: “… no se debe confundir al sujeto que porta la demanda con el objeto de intervención, éste se va conformando a partir del sujeto vocero y sus relaciones. De acuerdo con el tipo de demanda las relaciones serán familiares, vecinales, barriales, institucionales, etcétera. (…)  La confusión entre el objeto de intervención con el objeto de estudio no le ha dado dividendos a la profesión. El objeto de intervención nos delimita el campo de operaciones. El objeto de estudio remite a los conceptos teóricos previamente aprendidos que nos permiten evaluar al objeto sobre el que se interviene. El objeto de intervención determina sujetos, lugares, funciones y vínculos. El objeto de estudio remite a la teoría que promueve la convergencia de lo anterior y permite un análisis de aquello. El Trabajo Social conoce su objeto de intervención. Denominado de muchas maneras el objeto está allí y es operado de distintas formas por el profesional quien, bien o mal, puede dar cuenta de su quehacer.”[12]  

            El primer punto a aclarar es sobre aquel que realiza la demanda y la posible confusión entre este vocero, emergente de alguna situación, con el objeto de intervención. El vocero viene a nosotros en tanto representante de una situación que puede ser atinente al mismo en tanto sujeto, a su pareja o su familia. En tanto representante presenta el vértice simbólico, desde el relato, sin dudas, presenta el vértice imaginario, de intrasubjetividad. En este primer encuentro el solicitante nos muestra el objeto de intervención que él supone debe ser intervenido, también muestra el imaginario interlocutor con que el que habla, que por transferencia nos cabe como lugar. Es en este encuentro, en esta entrevista donde desde nuestra función simbólica perfilaremos el objeto sobre el que se intervendrá.

El objeto de intervención no es el objeto de conocimiento

            Nosotros hemos denominado al objeto de intervención como configuraciones; estas son el sujeto, la pareja, la familia, el grupo y la institución. Ahora bien, el estudio de indicadores y variables sobre el objeto de intervención recaen sobre el saber de la especialidad. El problema que observamos es que el trabajador social se lía con este saber obturando o negando el mismo en relación al objeto de conocimiento. Nosotros consideramos como indicadores la investigación sobre filiación, grupo familiar, trabajo, educación, salud, vivienda, recreación, redes comunitarias, etcétera.  La investigación abarca ambos planos pero con finalidades diferentes. Si tramitamos estas variantes para diagnosticar el objeto de intervención se va en una dirección, en la dirección que el profesional recorre a través de su marco teórico, si además lo hace diagnosticando el objeto de conocimiento, en tanto este objeto es el propio de la profesión y no el de la especialización va en otra. De acuerdo al modo en que se especializa el profesional, los indicadores pueden ser considerados variables para el objeto de intervención. Veamos esto desde un ejemplo. Supongamos una familia con violencia hacia la mujer, podemos observar distorsión en la percepción, creencia mágica, vivencia de catástrofe, resistencia silenciosa, indefensión aprendida, etcétera. Estos síntomas, (señales, indicadores) vienen de la psicología y tranquilamente pueden ser observados por el Trabajador Social especializado que le permitirá confirmar o no datos de la demanda. Pero ello no ofrece una perspectiva desde el Trabajo Social al estado de violencia. El aporte específico sigue en orden a los primeros indicadores que nos dan la pauta de lo relacional al mundo.  Este “relacional al mundo” es la oferta ostensible por medio de la observación empírica sobre la operatividad del sujeto o pareja en cuestión con la sociedad y de esta con aquella.

Primer nivel diagnóstico

Diagnóstico general: 

             Como se observa estamos frente a una doble tarea de estudio. Y debe quedar claramente establecida que una no nos desvincula de la otra. Se puede tener una visión global de situación política que alimenta una situación de agresiones en un grupo familiar donde hay maltrato infantil y poner todo el énfasis en mejorar dicha situación; Ahora bien, ¿cuántos casos enfrentamos donde el mejoramiento externo no evitó la muerte de alguien por los golpes recibidos? La lectura de los indicadores del lazo social pueden ofreceserse para diagnosticar las fallas institucionales y políticas de un Estado sordo ante las leyes[13] de protección, pero nunca se debe perder de vista al propio objeto de intervención que puede tener una dinámica propia que se ve favorecida por el entorno para desenvolver una conducta o un modo de dinamismo interior que a su vez debe ser tratado. Entonces, lo indicadores del lazo social no sólo marcan el modo de intervención de las instituciones del estado sobre la configuración sino y además el modo en que la configuración actúa frente al afuera para que ella misma sea medida.

            Por lo tanto, encontramos, en varias situaciones que los indicadores sociales de la operatividad ofrecen un panorama social positivo que puede implicar un modo de funcionamiento encubridor de la dinámica interna. Nosotros postulamos que no es vía derivación psicológica como se continúa la investigación sino que el propio trabajador social puede dar cuenta de esta situación. Si la demanda enuncia abuso y los indicadores externos no nos dan pautas de ello; la contradicción entre abuso y lo social es materia a resolver. En la mayoría de los casos obtendremos de los indicadores externos, de la operatividad del grupo respecto al mundo, disfunciones suficientes para pensar en el abuso pero si ello no ocurre, es menester adentrarse en el segundo nivel diagnóstico.[14] 

Segundo nivel diagnóstico.

                  En este segundo nivel es cuando se mide la afectación de la fuerza social sobre la configuración; los conflictos de la intromisión entre el afuera con el adentro de la configuración. Se hace notar que la fuerza social incide tanto para la configuración como para las instituciones que representan la sociedad. El objeto de intervención se ve directamente influenciado por la fuerza social, tanto en lo positivo como negativo. Esto nos permitió colegir que en ciertas oportunidades algunos conflictos eran ocasionales, el encuentro con una novedad social que afectaba directamente a alguno de los miembros rompiendo un equilibrio en la configuración factibles de resolver con el tiempo, con su propia dinámica o por intermedio de un profesional que ayudase a la reflexión de la novedad. También que hay ocasiones donde la incidencia de la fuerza social rompe no sólo con el equilibrio sino y además con la tradición, costumbre, modo de vida y que en esos caso la crisis era ya cuantitativa y cualitativamente mayor. Al mismo tiempo vemos la devolución de la configuración a esa fuerza con su propia fuerza interna que a veces funciona como fuerza social y no sólo como mera resistencia a la novedad. Vemos grupos capaces de instalar una dinámica interna que genera afectación en el entorno. Un grupo que lidera una organización barrial para la seguridad provoca una modificación de entorno en su comunidad. Un grupo que transgrede normas generando una conducta en el entorno, ya sea por contagio, ya sea por temor, actúa una operatividad que choca con la establecida. Aquí pretendemos replantear un concepto: la fuerza social incide sobre la configuración y esa incidencia actuada se la observa en su operatividad. Durante mucho tiempo planteamos que la incidencia entre la fuerza social y la configuración eran mutuas, ahora corregimos esta afirmación. La configuración actúa operando en lo social la afectación. Esto no es excluyente de aquella afirmación donde postulamos que el grupo pequeño e incluso el uno son capaces de generar una fuerza social. Pero debemos diferenciar, si el uno (en aquella oportunidad citamos a Freud, Nietzsche, Marx, Jesús, entre otros) es capaz de provocar una fuerza social, ello es estudio de la sociología. La configuración recibe de la fuerza social, no da fuerza social, opera en la sociedad de modo afín o trasgresor a dicha fuerza.  La operatividad es observable empíricamente, la afectación se infiere tomando como referentes de estas las denominadas por nosotros normas/anomias.

Las diferencias provocadas por las colisiones entre la fuerza social y la configuración nos permitieron elaborar tipologías. Estas fueron un intento de caracterizar las diferencias en sus efectos operativos. Hubo errores en su ubicación conceptual, en un inicio las consideramos como nominaciones de estructuras, luego como un modo de describir el lazo y ahora afirmamos que es un intento de dar nominación al objeto de intervención. Si bien estas etiquetas surgen en el primer nivel diagnóstico, consideramos que se visualiza con mayor precisión en el abordaje del segundo.

Entonces; el objeto de intervención consta de configuraciones tipos:

Configuraciones

 Sujeto.

Pareja.

Familia.

Institución.

 

Tipos

Crisis ocasional.

Descabezado.

Crónico.

Muerto o terminal.

Encubridor.

Manipulador.

Anoréxico/bulímico social.

Adictivo.

Confusional.

Desamparado o Estado tiránico.

 

En su momento se aclaró, ningún tipo es puro, van mixturados. El servicio que ofrece la tipología es poder diferenciar tipos de sujetos, tipos de familias, tipos de parejas y tipos de  instituciones, de ningún modo va a contraparte de las definiciones psicológicas y sociológicas que el Trabajo Social tomó prestadas. Familia nuclear, ensamblada, de origen, de procreación, monoparental, etcétera, pueden ser usadas si el profesional se siente cómodo con ellas, nosotros proponemos una tipología referida al objeto de intervención en relación a… es decir, los tipos intentan describir no la conducta ni lo fenomenal de la configuración sino la incidencia de la fuerza social en la configuración operando de un determinado modo el lazo social. O sea, la tipología nos debería servir para anticipar que la descripción tipo del objeto de intervención va referida al lazo social. El psicoanálisis vincular logró salir del uno a uno freudiano al demostrar que la confluencia de yoes disponía de modalidades estructurales autónomas al sujeto pero de directa afectación a él. El lazo social es la inclusión a dicha configuración de los elementos exógenos que también la modifican ya no sólo como una construcción del inconsciente y sus resonancias con los otros yoes, sino y además de la fuerza social que conciente o inconsciente penetra sobre cada yo y sobre cada configuración. 

El diagnóstico no acaba allí. La configuración es afectada por el lazo social que es anterior a la misma. El lazo social es autónomo, anterior y atraviesa a la estructura. Cada estructura[15], metaboliza el atravesamiento del lazo social de acuerdo a su constitución. Es allí donde podemos comprender la diferencia que se produce entre grupos, familias, sujetos, parejas que tienen una morfología semejante pero que operan desigual. Un elemento endógeno pertenece a la estructura y es la función paterna en su calidad de delegado social, de represntante de las normas del conjunto para funcionar en sociedad; la otra, exógena, la otorga la fuerza social que se encarna en la estructura como Poder. La fuerza social alimenta a las estructuras sociales con el poder para realizarse sin que ello defina el qué y el cómo realizar. El poder se encarna en la estructura para potenciar a la misma pero a condición del desenvolvimiento de la  función paterna. Una estructura sin función paterna es pura alienación (a mi modo de ver esto es una abstracción), la estructura conlleva la función paterna ya sea que esta labore fallida, rota o ausente. La posición de la función paterna nos da los tipos de lazo social como homónimos,  y dado que la terminología es sustraída del psicoanálisis, describimos modalidades estructurales con las denominaciones de aquella disciplina: modalidad neurótica, perversa y psicótica. Sin embargo, hemos elaborado una diferencia dentro de la modalidad perversa equivalente al Lazo social roto, con la modalidad psicopática del mismo tipo de lazo social. Aquí tenemos que valorar la estructura inconsciente de la configuración o sea del objeto de intervención y como ella toma el lazo social. Diferencia entre un diagnóstico psicoanalítico de estructura vincular con uno social. 


[1] Marchevsky, C.: Op. cit. Pág. 60

[2] Actualmente se está discutiendo sobre el “derecho humano” que le cabe a la víctima de la guerrilla en los años 70 intentando emular el accionar de aquellas con la de la dictadura militar. Desde el argumento de los derechos humanos poco es lo que pueden objetar los estamentos guerrilleros, la diferencia que intentan promulgar entre terrorismo de estado y “lucha de clases” argumenta a favor de los progolpistas. Sin embargo si se ciñera el análisis en los efectos de la fuerza social se podría obtener una diferenciación notable. La fuerza social de la guerrilla no impulsaba un miedo social, sí miedo de clases y de castas; por el contrario su accionar generó la expectativa,  la ilusión de otro orden u otro mundo, mientras que las Fuerzas Armadas impulsaron el orden tradicional de la mano del terror.

[3] Laplanche,J  Pontalis;J.B.: “Diccionario de Psicoanálisis.” Editorial labor. Bs., As.

[4] Castoriadis hace otro tipo de distinción: “El acontecimiento traumático es real en tanto que acontecimiento, e imaginario en tanto que traumatismo.” En Castoriadis, Cornelius. “La institución imaginaria de la sociedad.” Vol. I. Tusquets. Bs. As. Pág. 233

[5] Remitimos una vez más a la cita 59. La dictadura generó terror, angustia, un solo significante. La gente frente a ella sólo podía obedecer o esconderse. La guerrilla, en acuerdo o no con ella, generó discurso. Pero dado que estamos en el año 2.009 se hace imperiosa la siguiente corrección. Si algo debe ser valorado de la política jurídica de Cristina Kishner es el retorno a los juicios de los homicidas en la dictadura. Cristina procura no dejar demasiados huecos en la historia argentina, dándole un contenido que las generaciones futuras valorarán: Argentina participo del genocidio. En nuestra lógica, la presidenta está poniendo significación a aquella fuerza social nefasta para que deje de ser un hueco doloroso y pase a ser un dolor significado.

[6] Ibíd. Pág.94.

[7] Se verá más adelante.

[8] Ibíd.

[9] Este autor define configuraciones a las familias, grupos, sujetos, instituciones y pareja.

[10] Ver el Lazo social I.

[11] Marchevsky,C. “Lazo Social. Pág. 95

[12] En el lazo Social I, Páginas….

[13] Remito al caso Evangelina trabajado en el libro El Lazo Social II

[14] Obviamente puede resultar que la demanda sea falsa y que detrás de ella haya un interés oculto para realizarla.

[15] Llamamos estructura al fundamento de cada configuración.